Ave, Caesar, Morituri te salutant (Saludos, Cesar, los que van a morir te saludan, aunque seguro que ya lo sabías), pintado en 1859 por Jean Leon Gerome. Me ha parecido apropiado. Ave, amigos míos, por si no me volvéis a leer. Ya pensaba yo que nadie lo hacía pero un par de comentarios esta mañana me han dado esperanzas. Quizá mi historia no haya pasado totalmente desapercibida, después de todo.
Tengo poco tiempo, apenas lo justo para poner unas líneas mientras los demás terminan de reunir su equipo y lo cargan en el coche. Hizo una buena mañana, pero ahora llueve, está muy nublado. Un día tristón, como si se despidiera...
Salimos a intentar detener a Popov. Yo no le capto, al parecer se protege de la "visión" de los Edterran y por lo tanto también de mí, pero Radar dice que se ha establecido en un punto concreto, cercano al cementerio. Eso sólo puede significar que va a ser una larga noche, que en las próximas horas se decidirá en qué termina esto.
O volvemos victoriosos o no seremos nada. Deseadnos suerte.
Vamos a ir Rolando y sus compañeros de grupo (Sol y Radar), Enrique, Jon y yo, en dos coches (coche A: Rolando, Radar, Jon; coche B: Enrique, Sol y yo, para que veas que he hecho los deberes, vaya día hemos pasado discutiendo estrategias y movidas).
No quería que viniese Jon pero, claro, estando por ahí perdida Rosa María, en manos de Popov, no me he visto capaz de insistir. Además, Rolando ha sido de poca ayuda en ese asunto: cuando le he pedido que interviniese, con la idea de que le hiciese entrar en razón, ha dicho que era algo que debía decidir Jon, que era ya lo suficientemente adulto y que, además, tenía poderosas razones para arriesgarse, si era lo que deseaba. Qué bien.
Si le pasa algo a mi hijo, lo mato.
Llevo un cuchillo, mi pistola y a Steampunk. He pasado la jornada entrenando mi puntería. Dicen que soy muy buena en eso, menos mal, al fin hago algo en condiciones, porque lo de ser ama de casa se me ha dado siempre fatal y dejando aparte mi gusto tangencial por la Historia Antigua, jamás se me ha atribuido ninguna capacidad específica. Mira por donde, al menos justo antes de pifiarla, quedará claro que servía para algo.
Se supone que con este Nuiz seré capaz de ver los puntos de energía de los demonios que haya y, de ir todo peor que mal, los del Amo. Y allá que deberé apuntar, con el mayor cuidado y tratando de evitar gastar más munición de la necesaria.
Me encantan los planes que se entienden a la primera; según dicen, suelen funcionar.
Ya veremos.
Me llaman, debo irme. Quizá regrese, no lo sé. Pero conste que ha sido un placer poder contarte mi vida.
Tengo poco tiempo, apenas lo justo para poner unas líneas mientras los demás terminan de reunir su equipo y lo cargan en el coche. Hizo una buena mañana, pero ahora llueve, está muy nublado. Un día tristón, como si se despidiera...
Salimos a intentar detener a Popov. Yo no le capto, al parecer se protege de la "visión" de los Edterran y por lo tanto también de mí, pero Radar dice que se ha establecido en un punto concreto, cercano al cementerio. Eso sólo puede significar que va a ser una larga noche, que en las próximas horas se decidirá en qué termina esto.
O volvemos victoriosos o no seremos nada. Deseadnos suerte.
Vamos a ir Rolando y sus compañeros de grupo (Sol y Radar), Enrique, Jon y yo, en dos coches (coche A: Rolando, Radar, Jon; coche B: Enrique, Sol y yo, para que veas que he hecho los deberes, vaya día hemos pasado discutiendo estrategias y movidas).
No quería que viniese Jon pero, claro, estando por ahí perdida Rosa María, en manos de Popov, no me he visto capaz de insistir. Además, Rolando ha sido de poca ayuda en ese asunto: cuando le he pedido que interviniese, con la idea de que le hiciese entrar en razón, ha dicho que era algo que debía decidir Jon, que era ya lo suficientemente adulto y que, además, tenía poderosas razones para arriesgarse, si era lo que deseaba. Qué bien.
Si le pasa algo a mi hijo, lo mato.
Llevo un cuchillo, mi pistola y a Steampunk. He pasado la jornada entrenando mi puntería. Dicen que soy muy buena en eso, menos mal, al fin hago algo en condiciones, porque lo de ser ama de casa se me ha dado siempre fatal y dejando aparte mi gusto tangencial por la Historia Antigua, jamás se me ha atribuido ninguna capacidad específica. Mira por donde, al menos justo antes de pifiarla, quedará claro que servía para algo.
Se supone que con este Nuiz seré capaz de ver los puntos de energía de los demonios que haya y, de ir todo peor que mal, los del Amo. Y allá que deberé apuntar, con el mayor cuidado y tratando de evitar gastar más munición de la necesaria.
Me encantan los planes que se entienden a la primera; según dicen, suelen funcionar.
Ya veremos.
Me llaman, debo irme. Quizá regrese, no lo sé. Pero conste que ha sido un placer poder contarte mi vida.
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