jueves, 21 de julio de 2011

Jueves de Luz y Vueltas

The Mountain Brook, pintado en 1863 por Albert Bierstadt.

Estoy en el bosque, cerca de la casa. Quería estar sola, así que me he traído el portatil, aunque no le he hecho mucho caso hasta ahora. Me he dedicado a escuchar, a mirar, a sentir... Incluso he dormido un rato. Todo cuanto veo es mucho más verde, mi tierra es verde y hermosa. Pero me gustó el cuadro...

Quizá te alegre saber que vuelvo a ser yo misma, tras estos días de... bueno, no sé. Bifurcación, podría llamarlo. Me sentía como si avanzase por un camino que se dividía, dividiéndome yo también, dejando mis huellas a la vez en ambas opciones.

En el futuro, intentaré recordar que, cuando Rolando dice algo, es porque está dispuesto a hacerlo.

Anoche, tras discutir otra vez, hizo saltar la puerta por los aires. Nada, sin más, la hizo saltar. Me tomó por sorpresa, así que no me dio tiempo a escapar, filtrándome al piso bajo. Me agarró justo cuando me hundía en el suelo por la cintura y me arrojó sobre la cama. Allí me sujetó y me puso una mano en la mejilla.

Me pregunto si pude hacer algo para defenderme. Soy demasiado novata en estas lides, no llegué a explorar lo suficiente el Nuiz del demonio...

Sentí... no sé, un alivio inmediato, como si me liberara de un peso. La sombra oscura que me agobiaba desapareció en un instante; de pronto, la luz de la lámpara iluminó la habitación mejor, de otro modo. Los colores recuperaron su intensidad normal, las líneas rectas perdieron la extraña distorsión que las combaba. Y el olor... había estado inmersa en puro azufre pero sólo me di cuenta cuando recuperé los aromas de este mundo, todos esos que ni notas, que ni notamos habitualmente, pero que nos rodean de continuo.

Rolando me observó atentamente las pupilas, me tomó el pulso y, cuando estuvo seguro de que me encontraba recuperada, hizo pasar a Beatriz. La niña estaba asustada. Por eso había entrado primero él, claro, ahora venía la segunda parte. Cambiar un Nuiz por otro. Menuda mandanga.

En un segundo, Rolando volvía a tener sus poderes y ya quedaba lejos todo rastro del demonio. Le pregunté el porqué de semejante cambio de actitud, ya que me consta que le tentaba la idea de que siguiéramos poseyendo el poder del Edterran, para lo que pusiese surgir. No me contestó.

Tengo que volver. Todo el mundo se está preparando para ese largo viaje hacia el sur. La verdad, estoy dudando sobre si ir o no. Podría quedarme aquí, con mi madre y Beatriz, sería más seguro para ellas, y yo lo preferiría.

Por cierto, antes de que se me olvide: me he enterado de que Volodia Popov consiguió escapar. Lanzó algo contra Jon, Rolando intentó evitar el desastre y, cuando quiso darse cuenta, el ruso se había evaporado. Tiene gracia. No le diré nada sobre lo curioso de la opción que eligió. Es innegable que Popov es un ser peligroso, potencialmente dañino para el mundo. Pero, Rolando salvó a su hijo, cuando tuvo que tomar una decisión. Supongo que por eso le sigo amando. En otro caso, ahora no le seguiría.

Estoy cansada, me siento como consumida tras lo vivido. Me quedaría aquí...

Pero, una vez más, habrá que hacer lo que convenga al mundo.

1 comentario:

  1. Muito obrigada, Nina, uma bela canção. Espero que tudo vai ótimo. Belo dia do amigo para você também. Abraços.

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