lunes, 27 de junio de 2011

Lunes de Oscura Melancolía

Hoy te ofrezco un clásico, Melencolia I, de Albrecht Dürer, datado allá por el 1514. Seguro que lo has visto miles de veces por ahí, con su tablero mágico y sus múltiples símbolos. Es muy famoso, merecidamente.

Me siento así, melancólica, aunque voy superando el disgusto. Me ha costado y posiblemente seguiría igual de no ser por Enrique. Se ha pasado el día organizando la intendencia de la casa y la vigilancia de los alrededores.

Con Jon y el doctor Contreras, ha desmantelado una valla metálica que protegía lo que llamamos el huerto bajo, que está cerca del arroyo. Ha hecho un día de calor espantoso, hemos alcanzado los 40º, pero ahí han estado los tres, trabajando duro y aguantando las instrucciones de mi padre, que los dirigía desde su silla de camping, a la sombra. Con la tela metálica han creado una "sala segura" en la habitación más grande de la casa, forrando suelo, paredes y techo, para que no pueda entrar el Edterran.

Con ayuda de Rosa María, han puesto allí colchones para todos, haciendo perfectamente las camas, que podemos estar siendo asediados por los demonios del quinto infierno pero aquí hay que mantener cierto nivel de civilización. Han llevado también provisiones de comida y agua, nada destacable, lo suficiente para salir de un apuro en caso de tener que permanecer encerrados un par de días. También, con el doctor, han preparado la zona "hospital", separada con una bonita cortina de flores que antes era del cuarto de baño, y en la que han juntado todo lo que tenemos de botiquín.

Y, con ayuda de Beatriz y de mis padres, lo ha decorado, colgando pañuelos y cintas, pintando y poniendo recortes en la pared, subiendo flores; llenándolo todo de colores alegres. Vamos, que a estos los ha tenido entretenidos, y buscando que los ánimos siguieran altos.

Supongo que la gente siempre puede sorprenderte, y eso es bueno.

Yo me he enterado de todo esto después. Me he pasado el día tumbada en la cama, tapada con las sábanas cuando lo permitía el calor, intentando superar la depresión. No es que haya reflexionado, para ser exactos, pocas cosas han pasado por mi mente excepto mantras del tipo: otra vez sola, otra vez me ha dejado, y a saber si es la definitiva. Puto Nuiz. Puta mierda de guerra extraña. Joder estoy harta, mira que es imposible que consiga vivir la vida que deseaba. Después de todo lo que había pasado, con mi padre, con la misteriosa desaparición de Julián, esto parece una especie de broma cósmica absurda.

El caso es que allí estaba, dándome pena a mí misma, cuando Enrique ha llamado a la puerta, yo le he mandado a la mierda y se ha cargado la cerradura. No me lo podía creer, pero tampoco me ha dado muchas opciones para protestar. Ha dicho que entendía mi situación, bla bla bla, pero que tenía que asumir que no era momento para más tonterías. Era tan semejante a lo que dice Rolando, me ha dado tanta rabia, que le he lanzado un almohadón. Lo ha cogido en el aire.

- Ahí fuera hay dos ancianos y tres críos que dependen de nosotros, Rebeca - me ha dicho, arrojándolo a un lado - De ti y de mí. De lo que decidamos que hay que hacer y de cómo organicemos nuestra defensa. Levanta el culo de esa cama y ponte las pilas, o estamos todos muertos.

No es lo único que ha dicho, claro, pero concreta todo su discurso. Y tenía razón.

Me he levantado con un dolor de cabeza espantoso, me he dado una larga ducha en la que he dejado que se fueran muchas cosas, las suficientes, y he ido a que me enseñen la "sala segura", tratado de simular entusiasmo por las cosas que han hecho a lo largo del día.

Luego, me he reunido en la salita de costura (reconvertida en centro de operaciones del alto mando) con Enrique y con el doctor Contreras y hemos estudiado los planos de la casa y alrededores para ver si se nos ocurría alguna idea genial de defensa, para el caso de que nos atacara una horda de lo que sea. Y también hemos hecho inventario de armamento del que disponemos: tenemos cinco pistolas (dos Heckler&Koch y tres Star, para quienes quieran saberlo), un rifle Brownig, mi pistolón Steampunk (le he puesto ese nombre, definitivamente, es el que mejor le va), la espada (en el futuro, "Espada de Rolando", que no llega a "Espiga de Arroz", como la de No-Faustino, pero no está nada mal, le da cierto sabor épico) y tres cuchillos de cocina medianamente amedrentadores.

Disponemos de varias cajas de munición para las armas, espero que sean suficientes. Sospecho que sí porque, si todos los bichos son como este, no sirven de mucho y, total, carecería de sentido darle al gatillo.

- Necesitamos más comida - dije, mirando el listado que me había pasado Rosa María, con un inventario completo de nuestra despensa - Toda la posible, y suministros a largo plazo. Y también hacernos con más armas... espadas, ya que parece ser lo más efectivo. También deberíamos intentar conseguir una o dos sierras mecánicas - añadí, recordando el relato de Blanca Cueto. Enrique y el doctor Contreras me miraron asombrados.

- ¿Sierras mecánicas? ¿Nos vamos a poner en plan Matanza de Texas?

- Deja que uno de esos bichos intente acercarse a mis hijos y verás cómo lo hago filetes - repliqué, intentando parecer muy dura. No sé yo si sabré usar una sierra de esas. Diantre, ni sé si podré levantarla del suelo - Por lo que tengo entendido, son muy efectivas contra esos bichos. También podríamos pasarnos por alguna clínica o farmacia y coger más cosas - añadí, deseando cambiar de tema - Los botiquines están muy completos pero pienso que deberíamos almacenar de todo cuanto podamos y de antibióticos no andamos muy sobrados.

- Mañana podríamos ir a Bilbao - sugirió Enrique - Usted y yo, doctor, y quizá Jon. Además, así echamos un vistazo, y nos enteramos de primera mano de cómo está todo. No sé si fiarme de lo que dice la radio.

- ¿Y por qué no yo? - pregunté, sorprendida. Hace días que quiero ir a Bilbao y ver qué pasa, y él lo sabe. Enrique negó con la cabeza.

- Otra vez será. Alguien se tiene que quedar con las chicas y tus padres. Y nosotros podemos cargar más, y más rápido, Rebeca. Es así de sencillo. En la radio dicen que está todo muy dañado y hay grupos de gente que actúan por su cuenta. No sé, pueden resultar peligrosos. Además, no olvidemos que ronda por allí esa mierda de Monoi. Lo mejor será plantear una misión rápida: ir, mirar, coger y salir corriendo.

Tenía razón, así que no le vi sentido a ponerme en plan feminista, sobre todo después del día que les había dado a todos.

Mientras los demás preparan la cena he venido a escribir esto. También he buscado información sobre cómo va el mundo y he leído los blogs de otras gentes. Blanca Cueto es ahora Blanca la Guerrera, y se ha diseñado un traje tipo Xena, qué cosas. Seguro que le queda estupendo. Espero que sea útil donde tiene que serlo. Y Pilar es la lideresa, como dice, de su pueblo, aunque ese ya lo había leído. Hidalgocinis habla del Rey que ha de llegar, como hizo Rolando. Brau suelta cosas raras, como siempre, creo que se excede comiendo hongos alucinógenos, porque no entiendo mucho lo que dice. Andy y NoFaustino siguen por ahí. Ya apenas escriben. Una pena.

Me he acordado de ti. Pero esta vez, he conseguido no llorar.

La vida sigue. Y ya es verano...

4 comentarios:

  1. Supongo que no es fácil aceptarlo, pero casi todo el mundo está de paso, así que no merece la pena darle más importancia de la que tiene cuaando alguien se va. Una persona se va, otra llega, y así es siempre. Lo cual ni es bueno ni malo ni regular, es como es y ya está. Y no me lleves la contraria, que comentarista siempre tiene la razón. Hala.

    Un rompecabezas sin pies ni cabeza.

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  2. Nunca me atrevería a llevar la contraria al comentarista, jaja, y además, en este caso creo que tienes razón. Pero la constante en toda mi existencia ha sido esa vida que imaginé viviría con Julián. Está claro que siempre se tuerce, por una razón u otra. Me siento desgastada, tras tanto intentarlo.

    Creo que, durante un tiempo, voy a intentar vivir al día, y olvidarme de todo eso. Bastantes problemas tenemos ya, ¿verdad?. Espero que a ti todo te vaya bien. Abrazos.

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  3. Querida Rebeca, me temía que de ir a Bilbao, lo encontraríamos tal como lo describes, porque por estos lares sucede algo similar. Leyendo lo de mis guerreras y nuestros atuendos ne ha dado la risa, pero no son tiempos para reirse. Hemos tratado de estar cómodas para lo que se avecina y no estropear la ropa normal, ya que no sabemos cuanto tiempo transcurrirá hasta que volvamos a tener más. ¿Recuerdas mi tienda, las ropas preciosas que vendía allí? Ayss!

    Levanta ese ánimo y archiva a tu Julián en lo más profundo. Los hombres olvidan el amor si deben enfrentarse a la guerra. Puede que sea una especie de defensa propia.

    Cuídate. Un abrazo.

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  4. Hola, Blanca, muchas gracias por tus palabras. Ayer me acordaba, precisamente, de cuando te compré aquellas preciosas sandalias. Qué lejos parece ahora todo, ¿verdad?

    Intento levantar el ánimo, sí. Cuesta salir de un bache en el que has estado detenida veinte años, pero supongo que lo conseguiré. Sé que tú me entiendes, porque ambas hemos pasado por algo parecido, aunque en mi caso "la otra" no sea una rubia descerebrada, sino una misión heroica (no sé qué da más rabia jaja).

    Abrazos, nos leemos.

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