martes, 7 de junio de 2011

Martes Ovoides


Bueno, entre los títulos, el peor con diferencia. Pero es que parece de lo más apropiado, como lo es el cuadro Leda y el Cisne, de Francesco Melzi, de la escuela de Leonardo da Vinci, allá por la primera mitad del siglo XVI.

Estos días, no he parado. El famoso entrenamiento se hizo más intensivo por razones que no nos contaron, aunque creo que tanto Rolando como Diego y como Vito, están al tanto. Me empieza a mosquear la costumbre de dejarme a un lado. Entiendo que a los críos se los intente proteger, incluso a Jon que ya es prácticamente un hombre, pero, ¿a mí? Me parece que soy una adulta bastante capaz. Al menos, eso pretendo.

Rolando no me cuenta apenas nada. Cuando está mucho tiempo fuera es cuando sospecho que ha pasado algo. Vuelve, y me da largas. Sólo quiere comer, dormir, algo de sexo, y tiempo para pensar mirando... no sé qué mira. Está preocupado. Y yo también, y encima no sé ni de qué.

Envidio a Pilar. Por lo que le ha dicho Hidalgo, tiene un Nuiz muy útil, eso de que esas criaturas no la vean. A mí me da que yo no lo tengo o si está por ahí, es alguna tontería. Como los superpoderes esos de conseguir dejar calvos a otros, además de a uno mismo, que vi en una serie. Una pena. O quizá no. A medida que me adentro en esta extraña historia, valoro más el hecho de ser, simplemente, humana.

Lo cual no quita para que sea perfectamente capaz de tomar decisiones y actuar cuando la ocasión lo requiere.

Esta mañana, por ejemplo, a primera hora, he estado con Enrique. Me llamó por teléfono y me contó que uno de sus clientes le ha avisado de que han encontrado lo que parecía un huevo enorme en los sótanos de un edificio, cerca de la Plaza Moyúa, en pleno centro populoso de Bilbao.

Enrique quería hablar con Rolando, pero le tuve que decir que no estaba, que le daría el mensaje "Si es que vuelve", pensé, como pienso siempre cuando pasan los días y no tengo noticias, una frase que me quema por dentro pero que jamás pronuncio, para que no se haga realidad su contrario. Visto lo visto, Enrique empezó a charlar conmigo y me he enterado de un movidón que ha habido en Bilbao del que, claro, yo no me he enterado, faltaría más. Viviendo aquí, lejos y a salvo, lo más escandaloso que me llega es el retumbar de mi propia pistola, cuando entreno puntería.

El caso es que hace poco hubo numerosos destrozos cerca de la Alhóndiga (aún hoy, no han terminado de arreglar algunos locales, y por lo que parece hubo hasta un par de muertos), el antiguo almacén de vino de la Villa, ahora reconvertido en centro de disfrute ciudadano, con restaurantes, cines, piscina... Está situado muy cerca del sitio en el que el cliente de Enrique había encontrado el huevo gigante, de hecho.

Parece ser que apareció alguna clase de animal extraño, atacó brutalmente por todas partes, y cundió el pánico. Aunque Enrique me pudo dar pocos detalles seguros, su descripción me recordó mucho a lo contado en su momento por Blanca Cueto en su blog, no sé si se tratará de la misma clase de criatura.

El caso es que a mí nadie me dijo nada de ese suceso, ni se comentó en noticieros y, si se habló en internet, no me enteré. Y resulta que ahora ha aparecido un huevo de vete a saber qué bicho.

Yo soy de letras, pero mis matemáticas básicas van fenomenal. Y generalmente, cuando me topo con 1 + 1 el resultado suele ser un 2. No siempre, vale, que está claro que nunca hay que dar nada por seguro, pero la mayoría de las veces.

- Apostaría a que criatura exótica y huevo de tamaño super-extra están relacionados - le dije, y Enrique me replicó que opinaba igual y por eso había pensado en Rolando. Estaba muy preocupado. Finalmente, le he dicho que iba yo y así echaba un vistazo y recopilaba datos para Rolando. He mentido un poco, o no dicho toda la verdad. Ahora mismo Enrique cree que trabajo "con" Rolando, que estoy enterada de todo y soy su ayudante de campo imprescindible y pizpireta. En fin, tampoco importa tanto.

No sé por qué, he aprovechado que Diego y Vito estaban a otros asuntos, y me he escaqueado discretamente. Vamos, un comportamiento adulto donde los haya. Me siento un poco enojada conmigo misma. Debí decirles que me iba y, si me ponían pegas, debí decirles que me seguía yendo y punto, que nadie tiene derecho a decirme cómo debo comportarme. Pero... les he evitado. Qué se le va a hacer, pese a lo que puede haber imaginado un lector ocasional de este blog, no me gusta discutir.

Me he reunido con Enrique, que por una vez no ha hecho referencias sexuales (una pena) a lo guapa que me he presentado, con un traje chaqueta minifaldero y taconazos, cuando la cosa iba de meterse por sótanos. Se ha limitado a darme un sorprendente beso en la mejilla, presentándome luego a su cliente, un hombre de negocios típico, y me ha conducido a un pasillo en los basamentos del edificio.

Allí, me he topado con el huevo más grande que he visto en mi vida.

El tamaño era un problema, sin duda. Hacía que el chiste de "qué tortilla saldría de ahí", perdiera toda gracia, aunque tampoco pretendo decir que tuviera el volumen de un coche, vaya. Era grande. Era... perturbador.

Pero lo que más me inquietó fue que estaba cascado, abierto. Lo que fuera, ya había nacido.

- Falta un guardia de seguridad, del parking que hay justo al lado - me confesó entonces Enrique - Y es posible que una pareja de gays. Estuvieron en el Restaurante Internacional, en la Alhóndiga - hizo un gesto en dirección a donde quedaba - pero no se sabe nada de ellos desde que abandonaron el local.

Visto lo visto, intenté otra vez avisar a Rolando, pero tampoco tuve suerte, me saltó el contestador de su móvil. Maldita sea, odio que ocurra eso, y no saber en qué anda metido. Así que hemos echado un vistazo nosotros., pero no encontramos nada. Hemos quedado en que va a poner un par de vigilantes por la zona y que me avisará si pasa algo.

No he dicho nada en casa, no quería preocupar a los niños y Diego y Vito estaban enfadados, no me han dado opción a contarles. Tampoco he insistido porque, a santo que está enfadado, con no rezarle está acabado. Y más me he enfadado yo, con esto de que pretendan retenerme prisionera. Sólo faltaría.

Ya lo hablaré con Rolando, cuando vuelva a casa. "Si es que vuelve".

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