sábado, 25 de junio de 2011

Sábado de Sobresalto y Reflexión


Ayer por la tarde, tras organizar la intendencia de la casa para acomodar a mis padres, los dejé en la sala de estar. Mi madre jugaba a la Perejila con Beatriz (un juego de cartas, para el que no lo sepa, de lo más sencillo) y mi padre veía un documental la tele, él, que raramente la encendía si no era para ver un telediario o un partido de fútbol. Ni siquiera estoy segura de que la vea ahora, realmente. Simplemente, se sienta donde le dicen y mira al frente.

Creo que, ahora mismo, no soy capaz de afrontar eso.

Pensé que era un buen momento para hacer las pruebas de las que me había hablado Rolando, así que le busqué. Justo llegaba en ese momento, conduciendo mi coche Por lo que supe, había hecho un recorrido por los pueblos de los alrededores, instando a los que todavía quedaban por allí a que huyeran lejos. Se traía con él al doctor Contreras. Pedí a Rosa María que lo instalase lo más cómodamente posible. Aunque la casa empezaba a estar abarrotada, y su presencia suponía más trabajo, me alegré de verle allí. Siempre es bueno tener un médico cerca.

- ¿Están las cosas tan mal en Bilbao como dicen? - le pregunté, mientras volvíamos a la casa, recordando lo que he leído en el blog de Blanca Cueto. Rolando me miró de reojo.

- Si quieres, esta tarde te llevo, para que lo veas por ti misma. Me consta que, con lo incrédula que eres, si no lo ves nada te va a convencer - se detuvo, como buscando las palabras - Las cosas no están mal: están peor. Y hay que prepararse, porque van a ponerse más negras todavía. Llega el Rey - añadió, con un tono ominoso que me infundió miedo. Eso también lo había leído en otros blogs, como el de Hidalgocinis o el de Brau.

- ¿Y ese quién es?

Rolando abrió la boca, volvió a cerrarla. Finalmente, se encogió de hombros.

- Alguien del que no quieres saber nada. Y que más nos vale poder contener - habíamos llegado al dormitorio, así que pudo cambiar de tema - Siéntate, vamos a empezar.

Me hizo varias pruebas, voy a omitir una descripción exahustiva porque resultaría tediosa. Baste decir que usó distintos instrumentos raros, como un estenómetro (supongo que sería el término, sé que en inglés es Sthenometer, un objeto diseñado por Paul Joire, que aseguraba que podía medir la fuerza nerviosa emitida por el cuerpo humano. Este dibujo es del "Psychical and supernormal phenomena : their observation and experimentation" de Paul Joire, publicado en 1916.

Lo más llamativo fue cuando, concentrándome, conseguí activar una bombilla en un chisme bastante aparatoso. No le di mucha importancia al principio, pero para Rolando sí supuso una diferencia. Capté su repentina sorpresa, y algo más. Quise preguntarle, pero me hizo callar y continuó con las pruebas.

Dejemos todo en que me sentía como la chica de la portada que he puesto al principio, la cubierta de la revista de ciencia ficción Avon Fantasy Reader no. 13 (1950), titulada The Love Slave and the Scientists, de Frank Belknap Long. Objeto de experimento y encantada con mi científico.

Cuando terminó, Rolando suspiró profundamente.

- ¿Y bien? - pregunté algo nerviosa, aunque no estaba segura de querer saberlo. ¿Y si mi Nuiz consistía en cualquier chorrada inservible? En fin, superpoderes... por cómics y películas me constaba que cuando resultaban no valer nada, era peor que no tenerlos.

- Enhorabuena, Reb. Tu Nuiz es como el mío - dijo - Puedes cargarte de energía y puedes cargar objetos de energía que estén en contacto contigo. Y, si te concentras mucho, estoy seguro de que podrías llegar a transformarte tú misma en energía durante unos segundos.

- Eso parece...

- Impresionante, sí - dudó - Creo que debemos pensar en ello, Rebeca. Pero que te conste que, si por mi fuera, te quedarías aquí. Toda esta gente va a necesitar que los defiendan. Enrique y Jon quizá piensen que pueden hacer algo, pero no... - una idea cruzó su mente - Diantre, tengo que comprobar si Enrique tiene algún rastro de Nuiz, ya me jodería que así fuese... - rió entre dientes y volvió a ponerse serio: - El caso es que quiero que lo medites bien.

Esta tarde, se tiene que ir de viaje. Cuando vuelva, debo darle una respuesta. Si lo abandono todo y me voy con él, o si me quedo aquí, custodiando el fuerte.

Qué dilema...

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