Esta es Sofonisba, princesa cartaginesa, hermana de Aníbal, llorando ante la copa de veneno que ha conseguido enviarle su amado, el príncipe númida Massinisa. Antes de permitir ser exhibida como trofeo en Roma, Sofonisba prefirió la muerte. Historias que me contaba Javier, tragedias. Me impresionan mucho las lágrimas pintadas por Malarz Antoni Gruszecki en este cuadro, en 1793.
Tengo que llamar a Javier. Espero poder localizarle. Tengo que decirle que su hermano ha muerto...
Por lo demás, no sabía si escribir, ahora que me han devuelto el portátil. Han tardado un par de días, organizando el nuevo sistema, porque la brecha en la seguridad ha sido enorme. Brau tiene razón, hay que quitarse el sombrero, Popov es un enemigo astuto y terriblemente peligroso.
Ahora, las comunicaciones son seguras. Ya puedo volver a escribir. Y sé que me lees, Rodrigo, mi futuro ex-amante. Sé que me lees, Andy, Grecia. Brau, Hidalgo, Blanca, Pilar... Pero, espero que lo entendáis: da igual. Da exactamente igual.
Lo que escriba a partir de ahora, en todos los días que me queden en esta tierra, será sólo para Rolando.
Eso sí me anima a seguir con el blog, ¿sabes?. He pensado que, si como dice Brau, puedes verme de algún modo, desde algún sitio donde estás haciendo algo (aunque creo que en parte lo dijo para consolarme), quizá puedas leer estas cosas que te cuento. Por eso, este blog nunca ha tenido más sentido que ahora.
Recuerdo aquella vez que me dijiste que estabas intentando volver a enamorarte de mí, pero que no lo conseguías. Me atormenta preguntarme si al final lo lograste... o si lo logré yo, vaya. Al fin y al cabo, debería ser logro mío, el amor es algo que debe merecerse. Y sé que hay muchas cosas que he hecho, y otras que haré, que no te gustan nada, pero intentaré mejorar.
Y voy a conseguirlo. A partir de ahora, voy a actuar en esta guerra del modo en que tú deseabas que lo hiciese.
Me han pedido que les ayude a tenderle una trampa a Volodia Popov. Enrique y Jon no querían, dicen que no estoy en condiciones, pero... es que no había nada que discutir. Ni siquiera era necesario que me lo pidiesen, hubiese suplicado yo "por favor" que me dejaran hacerlo. Quiero que cojamos a ese hijo de la gran puta y quiero ejecutarlo yo misma por lo que le ha hecho a mi familia, a todos los que quiero, y por lo que le está haciendo a este mundo.
La primera parte del plan pasa por hacerles creer que he caído en desgracia, por eso me mandan para el norte otra vez, supuestamente a quedar enclaustrada con mi hija. Como si me hubiesen perdonado la vida por ser algo así como la "viuda" de Rolando, pero intentando apartarme lo más posible, por indeseable. Por traidora y necrófila, como dijo Pilar...
No, no quiero pensar en eso...
Voy convenientemente escoltada por Sol y Radar, que se comportan públicamente como si fueran Agentes Especiales del FBI con inicio de úlcera de estómago. Y mira que son un encanto, la verdad es que no han podido ser más amables conmigo. De hecho, menos mal que están. Vamos en el Hummer nosotros tres, además de Jon y Enrique, pero estos últimos apenas me dirigen la palabra.
A prudente distancia nos sigue otro grupo, no sé quiénes lo forman. Su misión será ayudar a atrapar a Popov cuando éste vuelva a intentar contactar conmigo. Porque saben que volverá a hacerlo.
Radar dice que llevo encima un marcador mágico.
Es algo que me han colocado esos cabrones. Personalmente, no sé si es que quieren algo de mí o simplemente saber dónde ando, para poder eliminarme en cuanto lo deseen. Capaces. Recuerdo lo que dijo de Los Sabios. ¿Quiénes serán? ¿Y dónde estarán? Muy sabios no pueden ser, porque están en el bando equivocado.
Da igual, sea como sea, espero que realmente vengan a por mí. Lo único que me molesta de todo esto es que me siento muy incómoda sabiendo que soy una diana ambulante. Por si eso no fuese suficiente, Radar dice que es posible que brille, a ciertos niveles, y no sólo para Popov y Loa. O sea, que otros también podrían detectarme.
Maldeciría mi suerte de no ser porque me alegro: todo lo que pueda servir para atrapar a ese asesino, a ese traidor a la raza humana, merece la pena. No le perdoné lo de mi padre pero, por lo que te ha hecho a ti, juro que le mataré yo misma.
Y, total, si muero, me reuniré contigo. Si existe ese lugar que mencionó Brau, lo encontraré.
Tengo que llamar a Javier. Espero poder localizarle. Tengo que decirle que su hermano ha muerto...
Por lo demás, no sabía si escribir, ahora que me han devuelto el portátil. Han tardado un par de días, organizando el nuevo sistema, porque la brecha en la seguridad ha sido enorme. Brau tiene razón, hay que quitarse el sombrero, Popov es un enemigo astuto y terriblemente peligroso.
Ahora, las comunicaciones son seguras. Ya puedo volver a escribir. Y sé que me lees, Rodrigo, mi futuro ex-amante. Sé que me lees, Andy, Grecia. Brau, Hidalgo, Blanca, Pilar... Pero, espero que lo entendáis: da igual. Da exactamente igual.
Lo que escriba a partir de ahora, en todos los días que me queden en esta tierra, será sólo para Rolando.
Eso sí me anima a seguir con el blog, ¿sabes?. He pensado que, si como dice Brau, puedes verme de algún modo, desde algún sitio donde estás haciendo algo (aunque creo que en parte lo dijo para consolarme), quizá puedas leer estas cosas que te cuento. Por eso, este blog nunca ha tenido más sentido que ahora.
Recuerdo aquella vez que me dijiste que estabas intentando volver a enamorarte de mí, pero que no lo conseguías. Me atormenta preguntarme si al final lo lograste... o si lo logré yo, vaya. Al fin y al cabo, debería ser logro mío, el amor es algo que debe merecerse. Y sé que hay muchas cosas que he hecho, y otras que haré, que no te gustan nada, pero intentaré mejorar.
Y voy a conseguirlo. A partir de ahora, voy a actuar en esta guerra del modo en que tú deseabas que lo hiciese.
Me han pedido que les ayude a tenderle una trampa a Volodia Popov. Enrique y Jon no querían, dicen que no estoy en condiciones, pero... es que no había nada que discutir. Ni siquiera era necesario que me lo pidiesen, hubiese suplicado yo "por favor" que me dejaran hacerlo. Quiero que cojamos a ese hijo de la gran puta y quiero ejecutarlo yo misma por lo que le ha hecho a mi familia, a todos los que quiero, y por lo que le está haciendo a este mundo.
La primera parte del plan pasa por hacerles creer que he caído en desgracia, por eso me mandan para el norte otra vez, supuestamente a quedar enclaustrada con mi hija. Como si me hubiesen perdonado la vida por ser algo así como la "viuda" de Rolando, pero intentando apartarme lo más posible, por indeseable. Por traidora y necrófila, como dijo Pilar...
No, no quiero pensar en eso...
Voy convenientemente escoltada por Sol y Radar, que se comportan públicamente como si fueran Agentes Especiales del FBI con inicio de úlcera de estómago. Y mira que son un encanto, la verdad es que no han podido ser más amables conmigo. De hecho, menos mal que están. Vamos en el Hummer nosotros tres, además de Jon y Enrique, pero estos últimos apenas me dirigen la palabra.
A prudente distancia nos sigue otro grupo, no sé quiénes lo forman. Su misión será ayudar a atrapar a Popov cuando éste vuelva a intentar contactar conmigo. Porque saben que volverá a hacerlo.
Radar dice que llevo encima un marcador mágico.
Es algo que me han colocado esos cabrones. Personalmente, no sé si es que quieren algo de mí o simplemente saber dónde ando, para poder eliminarme en cuanto lo deseen. Capaces. Recuerdo lo que dijo de Los Sabios. ¿Quiénes serán? ¿Y dónde estarán? Muy sabios no pueden ser, porque están en el bando equivocado.
Da igual, sea como sea, espero que realmente vengan a por mí. Lo único que me molesta de todo esto es que me siento muy incómoda sabiendo que soy una diana ambulante. Por si eso no fuese suficiente, Radar dice que es posible que brille, a ciertos niveles, y no sólo para Popov y Loa. O sea, que otros también podrían detectarme.
Maldeciría mi suerte de no ser porque me alegro: todo lo que pueda servir para atrapar a ese asesino, a ese traidor a la raza humana, merece la pena. No le perdoné lo de mi padre pero, por lo que te ha hecho a ti, juro que le mataré yo misma.
Y, total, si muero, me reuniré contigo. Si existe ese lugar que mencionó Brau, lo encontraré.
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