Domenico Fetti pintó su Melancolía allá por el año 1620. Tanto tiempo después, a mí me sirve para intentar mostrar cómo me he sentido desde ayer hasta más o menos media tarde hoy. Vale, como sigo. Pero por mis muertos que no se me va a notar más.
Ayer me quedé en cama todo el día y no cené, he llorado toda la noche y esta mañana creo que he preocupado hasta a mi padre. No he querido desayunar y no he querido comer, ni ver ni hablar con nadie.
La Pena Negra, que se diría. La pena que pesa y que hunde el alma. ¿Quién no la ha sufrido en algún momento? Pues eso; supongo que no vengo a contar nada nuevo a nadie mayor de catorce años.
Estaba de luto, como le dije a Hidalgocinis. De duelo. Con ganas de que el mundo reventase y todos me dejasen en paz.
Pero nunca he sido mujer de lamentarme sollozando entre las sábanas más de lo estrictamente necesario. Hay cosas en las que ya no quiero pensar, nunca más. Y es bueno tener otras que parecen prioritarias y me han dado la opción de mantenerme ocupada.
Le he dicho a Jon que comprase dos módem USB de esos que menciona Rolando en su vídeo. Uno es para él, quiero que lo tenga siempre a mano, por si acaso. El otro es para mí. Jon me ha mirado un tanto sorprendido, creo que no esperaba que supiera tales términos técnicos. La verdad es que no tengo ni idea de cómo son ni cómo se usan. Pero aprenderé.
Luego, me he levantado, me he preparado y he salido de compras. Suena fácil, así escrito, pero no lo ha sido. Primero he tenido bronca por querer salir, cuando he estado "convaleciente del disgusto". Y segundo, he tenido bronca por no querer que me acompañasen mi madre y Beatriz. Quería ir sola.
Soy una Goyri, muy testaruda. Me he ido.
He comprado dos mochilas, una para Jon y otra para Beatriz. Les he comprado ropa, varias mudas, cosas de aseo y todo lo necesario para un posible viaje. En la de Beatriz he añadido una muñeca, no sé por qué. Supongo que lamento... todo. Y también supongo que da igual, porque ya es demasiado tarde para cualquier cosa.
Ha sido, por tanto, una tarde de mucho ajetreo. Luego, en casa, he metido las mochilas bajo sus camas, y se lo he dicho a Jon, para que esté al tanto y que, si pasa algo, se ocupe de proteger a Beatriz. Ha empezado a discutir, claro, y ya no es un crío al que se le pueda hacer callar. Tengo que contarle la verdad. Quizá lo haga esta noche.
He comprado también una bolsa de viaje pequeña, para mí. He metido todo lo necesario y la tengo debajo de mi cama. Posiblemente me vaya de aquí antes que ellos. Aún tengo que decidir adónde ir. La cosa es que quiero irme. No soporto esta casa, ni soporto mi matrimonio.
Eso me recuerda que Enrique me ha llamado tres veces, pero no he contestado. Lo que sí he hecho es buscar su despacho en la guía. He tenido suerte, sí trabaja por su cuenta, no ha sido difícil localizarlo. He llamado y su secretaria me ha dado hora para mañana por la mañana. Me ha metido en un hueco porque le he dicho que era urgente y he puesto voz de perseguida por la mafia. Supongo que así es como me siento.
Como dije, no conozco a otro abogado. Pero seguro que si voy en plan cliente, se comporta. O eso pienso. Total, su secretaria estará en la recepción. Seguro que se acuesta con ella y no se atreve a ponerla celosa. Le volvería loca la agenda. Ya veremos qué pasa. Quiero que gestione mi divorcio antes de irme, para poder marcharme con la conciencia tranquila.
No me importa esperar un poco, voy corta de tiempo. Antes de irme quiero arreglar muchas cosas y también me he apuntado en un gimnasio a unas clases de autodefensa. Igual es una tontería, porque si me arrolla un toro pues qué voy a poder hacer, cuitada de mí. Pero si viene un imbécil, igual puedo partirle la cara.
La verdad, tengo ganas de pegarle a algo. A qué negarlo.
Ayer me quedé en cama todo el día y no cené, he llorado toda la noche y esta mañana creo que he preocupado hasta a mi padre. No he querido desayunar y no he querido comer, ni ver ni hablar con nadie.
La Pena Negra, que se diría. La pena que pesa y que hunde el alma. ¿Quién no la ha sufrido en algún momento? Pues eso; supongo que no vengo a contar nada nuevo a nadie mayor de catorce años.
Estaba de luto, como le dije a Hidalgocinis. De duelo. Con ganas de que el mundo reventase y todos me dejasen en paz.
Pero nunca he sido mujer de lamentarme sollozando entre las sábanas más de lo estrictamente necesario. Hay cosas en las que ya no quiero pensar, nunca más. Y es bueno tener otras que parecen prioritarias y me han dado la opción de mantenerme ocupada.
Le he dicho a Jon que comprase dos módem USB de esos que menciona Rolando en su vídeo. Uno es para él, quiero que lo tenga siempre a mano, por si acaso. El otro es para mí. Jon me ha mirado un tanto sorprendido, creo que no esperaba que supiera tales términos técnicos. La verdad es que no tengo ni idea de cómo son ni cómo se usan. Pero aprenderé.
Luego, me he levantado, me he preparado y he salido de compras. Suena fácil, así escrito, pero no lo ha sido. Primero he tenido bronca por querer salir, cuando he estado "convaleciente del disgusto". Y segundo, he tenido bronca por no querer que me acompañasen mi madre y Beatriz. Quería ir sola.
Soy una Goyri, muy testaruda. Me he ido.
He comprado dos mochilas, una para Jon y otra para Beatriz. Les he comprado ropa, varias mudas, cosas de aseo y todo lo necesario para un posible viaje. En la de Beatriz he añadido una muñeca, no sé por qué. Supongo que lamento... todo. Y también supongo que da igual, porque ya es demasiado tarde para cualquier cosa.
Ha sido, por tanto, una tarde de mucho ajetreo. Luego, en casa, he metido las mochilas bajo sus camas, y se lo he dicho a Jon, para que esté al tanto y que, si pasa algo, se ocupe de proteger a Beatriz. Ha empezado a discutir, claro, y ya no es un crío al que se le pueda hacer callar. Tengo que contarle la verdad. Quizá lo haga esta noche.
He comprado también una bolsa de viaje pequeña, para mí. He metido todo lo necesario y la tengo debajo de mi cama. Posiblemente me vaya de aquí antes que ellos. Aún tengo que decidir adónde ir. La cosa es que quiero irme. No soporto esta casa, ni soporto mi matrimonio.
Eso me recuerda que Enrique me ha llamado tres veces, pero no he contestado. Lo que sí he hecho es buscar su despacho en la guía. He tenido suerte, sí trabaja por su cuenta, no ha sido difícil localizarlo. He llamado y su secretaria me ha dado hora para mañana por la mañana. Me ha metido en un hueco porque le he dicho que era urgente y he puesto voz de perseguida por la mafia. Supongo que así es como me siento.
Como dije, no conozco a otro abogado. Pero seguro que si voy en plan cliente, se comporta. O eso pienso. Total, su secretaria estará en la recepción. Seguro que se acuesta con ella y no se atreve a ponerla celosa. Le volvería loca la agenda. Ya veremos qué pasa. Quiero que gestione mi divorcio antes de irme, para poder marcharme con la conciencia tranquila.
No me importa esperar un poco, voy corta de tiempo. Antes de irme quiero arreglar muchas cosas y también me he apuntado en un gimnasio a unas clases de autodefensa. Igual es una tontería, porque si me arrolla un toro pues qué voy a poder hacer, cuitada de mí. Pero si viene un imbécil, igual puedo partirle la cara.
La verdad, tengo ganas de pegarle a algo. A qué negarlo.
Muchos ánimos desde Almería, todo pasa...
ResponderEliminarUn abrazo
Muchos ánimos desde Almería, todo pasa...
ResponderEliminarUn abrazo
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RECUPERADO DEL CORREO TRAS EL DESASTRE DE BLOGGER
Publicado por Kalina para Rebeca Goyri a las 12 de mayo de 2011 22:09
Gracias, Kalina, es una gran verdad. Abrazos.
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