Waldlandschaft mit Wasserfall Anton Radl, 1825 |
Las cosas se van calmando. No sé si llegaré a ser amiga de Marea alguna vez, porque tenemos caracteres bastante distintos y a mí, tonterías, las menos. Pero supongo que puedo aceptar que tenía algo de razón.
Por suerte, Radar ha vuelto, bastante recuperado. Por lo que parece, en Bakio había alguien con poderes de sanación, así que unidos a los cuidados del doctor Contreras, en pocos días estará como nuevo. Un milagro, teniendo en cuenta que hace nada estaba más muerto que vivo y no disponemos de instalaciones hospitalarias ni de médicos más especializados.
Radar ha intercedido por mí, confirmando mi historia, y que no fui hechizada ni cosas por el estilo. Y que, por supuesto, no estoy conchabada con Loa o con Popov y su gente, para dinamitar las bases del ejército humano. Sólo faltaría. Menos mal, ya empezaba a pensar que esta gente, sobre todo Marea y su puñetera soldado (creo que debía tener un lío con el otro, el muerto, porque anda que no se ha puesto hostil conmigo ni nada), me pegaran un tiro y me enterrasen en el bosque antes de salir para la Selva Negra.
Leí la nota de Adela, a ver si se la agradezco. Seguí las instrucciones, así que ahora Brau tendrá de vuelta su poder. Eso, si no ha habido algún problema, como ocurrió con Hidalgocinis. No sé yo si es buena idea que tome el Nuiz de mis amigos. Luego siempre lo escabechino con algo. Bueno, no ocurrió con Rolando, creo...
Prefiero no pensar en él.
Estamos haciendo el equipaje, saldremos para la Selva Negra mañana, o quizá pasado. Pronto, en todo caso. Marea ha recibido noticias de que algunas centrales energéticas están dejando de abastecer, lo que sólo puede indicar que los demonios ya no necesitan por más tiempo tener abiertas las puertas del infierno.
Qué puede significar eso, es una incógnita para mí. Como nos tratamos poco, no me ha dado la gana de preguntárselo. A ver si se piensa que estaba poniéndose interesante...
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