miércoles, 27 de abril de 2011

Otra vez Miércoles y siempre dudando...

Woodland Glen, de Asher Brown Durand, pintado entre 1850 y 1855.

Vas a tener que perdonarme, abro este canal para poder contactar contigo, y últimamente apenas tengo tiempo de escribir. Primero fueron las vacaciones, con las visitas; luego, Beatriz, que se ha puesto enferma, menuda gripe ha pillado. Si ya de normal está siempre dando la lata para que se le haga caso, estando así qué puedo decir.

He hablado con Javier, planteándole que creo que sería bueno llevarla a un psicólogo. Me ha mirado raro y me ha dicho que es una suerte que piense algo en ella, aunque sólo sea para eso. Después de lo que me dijo Jon el otro día, no supe qué replicar.

Sinceramente, sé que tienen razón. No es tu hija. Nunca debió nacer. En una lógica evolución de los acontecimientos de mi vida, nunca hubiese nacido, no tiene sentido ni espacio su existencia. Creí que todo quedaría en dársela a Javier. Insistía en tener un hijo y me parecía cruel negárselo, después de todo lo que hizo. Mi intención, si es que tenía alguna idea en mente, que no lo creo, era... no sé, entregarlo como agradecimiento y listo. Pero Beatriz es una criatura con mente y necesidades propias y me busca, continuamente, con auténtica terquedad.

Y yo, no puedo evitarlo, la siento extraña. La llevé nueve meses en mi interior, cierto, pero la veo y no la percibo como parte de mí. No es como con Jon, no es... real, parte de mi auténtica vida. Y para su desdicha, es el ojito derecho de mi padre. Es su obra. El rechazo que siento por él, se transmite a ella.

Creo que mejor voy yo al psicólogo. O al psiquiatra, como en los viejos tiempos.

Debería hacerlo porque, últimamente, no es Beatriz la única que no se siente bien. He tenido un par de mensajes de Hidalgocinis, mensajes muy perturbadores que me tienen desconcertada, ¿sabes? Mi lado racional me dice que tenga en cuenta que es un enfermo, que delira, que la falta de medicación hace estragos en su mente desquiciada. Pero...

Está el mensaje que me transmitió, lo que puse en mi última entrada, esa especie de supuesta escritura automática en la que acertaba tantas cosas. Y está lo que he leído en el blog de Faustino. Al final, sí que tiene una espada, tal como vaticinaba Hidalgocinis hace algunos días.

Diría que Faustino es tan incrédulo como yo. Y también diría que va a tener bien afilada esa espada, por si acaso.

He vuelto a soñar con el bosque. Me he visto, como antaño, buscándote desesperada, arañando la corteza de esos árboles malditos que se tragaron tu risa y tu silueta, gritando, gritando mucho, para ver si podías oírme, si mi voz era capaz de indicarte el camino de vuelta... Lo siento, reconozco mi incapacidad, no tengo palabras. Jamás podré hablar normalmente de la desesperación que viví durante el tiempo en que estuvimos buscándote y la que he arrastrado desde que dejamos de hacerlo. Es algo que se vive, algo que se siente, no puede contarse.

No sé cómo, Hidalgocinis sabe que desapareciste allí, en el bosque. Y dice que te fuiste voluntariamente, pero forzado por otros, gentes que amenazaban a tu familia.

Gente poderosa.

No quiero imaginarlo. No quiero pensarlo, siquiera. Pero no puedo dejar de suponer que fue mi padre. Estaba en posición de presionarte amenazando a tu familia, mucho más humilde. Y te odiaba, era algo que iba más allá del hecho de que le hubieses quitado su modelo perfecto de hija o que estorbases en sus planes futuros. Te odiaba por lo que eras, por lo que suponías, algo fuera de su control, de su dominio. Hay gentes que no soportan que se les desafíe...

Dice Hidalgocinis que has estado en muchos lugares, incluso en la cárcel. Que no sabes que tienes un hijo.

Que sabes que tu hermano me cuida, pero también que me oculta cosas.

¿Sabe Javier lo que pasó contigo? ¿Me ha estado mintiendo todos estos años? ¿Tuvo algo que ver, de hecho, en tu desaparición? Sé que siempre estuvo interesado en mí, incluso cuando tú y yo estábamos juntos, pero en todo momento he supuesto que le detenía el hecho de que ambos te queríamos a ti, que jamás hubiese hecho nada en tu contra, o por separarnos.

Quizá me haya equivocado.

sábado, 23 de abril de 2011

Sábados Apresurados y vídeos de youtube

La foto va de monstruos, y a ellos me refiero en la última parte de esta entrada. Aunque no eran vampiros, eran los presos estos huidos de la cárcel en el Perú y que quizá alguno hayáis visto en el vídeo de youtube, antes de que lo censurasen.

Escribo deprisa porque, como es sábado, tenemos que ir a comer a casa de mis padres. Me he quedado sin excusa para no ir (ahora contaré). Como no sé a qué hora volveremos y quizá luego no me dé tiempo, y ya llevo un par de días sin decir ni mu, con lo de la Semana Santa, escribo ahora. Espero que me quede algo coherente.

La cuestión es que ha venido de visita un matrimonio de Sevilla, menudo lío en casa para acomodarles y atenderlos como es debido. Me volvía loca, menos mal que Rosa María ha demostrado valer su peso en oro.

Manolo es profesor allí, de cosas de egiptología. Javier y él se conocen desde hace años, hicieron un máster juntos, y la verdad es que yo siempre he congeniado mucho con su esposa, Trini, maestra de escuela, incluso aunque suele leer las cartas y hacer adivinaciones. y ya sabéis que esas mandangas no me gustan, no las creo y pienso siempre que son intentos de manipulación. El caso es que es una chica muy simpática y me llevo muy bien con ella.

O, bueno, me llevaba muy bien, esta vez ha venido rarísima, nerviosa y descentrada, lo que ha hecho que tenga que estar de jornada continua atendiéndola, llevándola por ahí para que se evadiese un poco, etc... No ha querido hablarme de lo que le pasaba, o quizá es que no podía, no sé. El único momento realmente centrado que le he visto es cuando le mencioné lo sucedido con Santiago de Cos. Me miró, me miró de verdad, con susto y se encerró en su cuarto hasta que su marido consiguió sacarla.

Aún así, aunque iban a quedarse hasta el lunes, anoche Trini tuvo una pesadilla espantosa, parece, y se ha empeñado en que se volvían de ya, de la misma. Como no había aviones se han cogido un tren esta mañana a primera hora. Menuda paliza, y carísimo. Pero decía que quería estar con sus hijos. No ha habido forma humana de convencerla.

Javier me ha dicho que su amigo, Manolo, piensa llevarla al médico esta semana sin falta, que lleva ya varios días así y que pensó que el viaje a Bilbao les iría bien. Pues vaya...

Por lo demás, yo sigo aquí, sigo intentando ignorar lo que me dijo Hidalgocinis, sigo atormentándome sobre qué hacer mientras veo cómo mujeres como Blanca Cueto se lo toman de un modo más normal (me preparo y a por todas, pues sí) y envidio mucho a Pilar Lacuesta, ignorando a su nuera, viviendo tranquilamente su vida de abuela guerrera (qué ladina, hacer como que no oye las indirectas, pobre nuera, ahí bregando para atenderlos a todos, de ser por mí, me hacía un bocata y cada cual se buscara la vida).

Lo malo, es leer cosas como las de Brau con Hidalgocinis. Creo que están perdiendo el norte. Demasiada gente está perdiendo el norte. Y algunos, tratan de medrar a su manera, en las aguas revueltas. Cosas como ese vídeo que ha estado en youtube, sobre los presos fugados en Perú y su enfrentamiento con el ejército en una gasolinera, es que lo demuestran por completo. ¿A quién quieren engañar? A los pobres ilusos de siempre, supongo.

Iba a poner enlace, pero no lo he encontrado y al preguntar discretamente a Jon me ha dicho que lo quitaron, que se comenta que estuvo menos de cuatro horas antes de ser censurado. Bueno, no me va la censura pero todo lo que induzca a la gente a creer cosas que no existen, esos montajes, pues supongo que mejor.

Y eso que Jon está seguro de que no era un montaje. Pero qué va a saber del alma humana, si tiene diecisiete años y ha vivido siempre protegido.

Bueno, como no tengo enlace, haré descripción:

Se suponía que era la grabación de un soldado (está de moda). Se veía varios vehículos militares del ejército peruano, rodeando una gasolinera, en la que parece que los presos se habían hecho fuertes y tenían rehenes. Los empleados de la gasolinera y algunos clientes empezaban a salir con la manos en alto, y algunos soldados disparaban y mataban algunos civiles. Esto, sí es creíble, lamentablemente. Lo llamativo es que se veía otro soldado y parecía sorprendido.

El caso es que, si no recuerdo mal, los supervivientes volvían corriendo a la gasolinera y entonces salían cuatro individuos con ropa de preso, cuatro hombres. Dos de ellos llevaban hachas, pequeñas, los otros nada. Y eso sí que fue el infierno.

Los soldados empezaron a disparar como locos y, de pronto, uno de los hombres levantó las manos y las balas comenzaron a explotar en el aire, aunque algunas impactaban por ahí y una debió dar a uno de los armados con hacha, que cayó el suelo. El otro preso armado se lanzó a una velocidad sobrehumana, dejando estela y todo y, como en una película fantástica, se veía cómo varios soldados caían sangrando a su paso.

Luego, algo estalló y todo comenzó a llenarse de interferencias, no sé. Lo último que recuerdo es la imagen de uno de los presos saliendo del círculo de llamas, andando, inmune al fuego. Sus ojos y sus manos brillaban con una luz azul muy intensa.

No, no es un trailer. Se supone que es un vídeo real que han censurado. Yo, la verdad, pienso que era un timo, pero estaba muy bien hecho. Impresionaba.

Eso sí, recuerdo lo que me dijo Rosa María. ¿Serían estos los occidentales? ¿Quiénes son, qué buscan? ¿Por qué emiten un vídeo así, qué pretenden? Están pasando cosas rarísimas.

miércoles, 20 de abril de 2011

Miércoles Desconcertantes : Mi madre y el mensaje de un loco

Al final, hoy me ha llamado mi madre. Vale que me pueda reprochar que no hiciera caso de sus mil cien llamadas pero es que para qué. Hemos discutido, que era lo que me esperaba, porque quería hablar de Santiago de Cos, el médium dichoso que se ha tirado esta semana por la ventana, el que ha salido en más programas rosa en tres días que en los años que han pasado desde que tuvo el lío con Hacienda.

Aunque, la verdad, igual Santiago de Cos sólo es una excusa para llamarme. Es algo tan raro... A veces he pensado que hasta le había dado tiempo a perder y olvidar mi número de teléfono. Durante años, nada. Nos vemos los sábados, como ya dije, y un día al mes en mi casa. Con eso, le parecía suficiente... hasta ahora.

Esta de la foto, tampoco es mi madre (y, lo siento, no recuerdo quién es y ando vaga para buscar el dato). Pero se parece a la imagen mental que tengo de ella. Nariz altiva, pretensiones elegantes, gesto soberbio y siempre mirando para otro lado, más interesada en cualquier cosa que en mí. Así es Arrate Ojanguren, niña bien bilbaína, que cumplió la única meta que se esperaba de ella, cazar un buen partido, y pensó que su vida sería todo glamour.

Pero, el asunto empezó a torcerse cuando, en vez de primogénito varón, ansiado heredero del mini-emporio Goyri, nació una niña, yo. Y se torció definitivamente cuando al tenerme, se presentaron tantos problemas que quedó imposibilitada de tener más hijos. Era o yo, o nada. Como la canción.

De haber estado en otro país, mi padre se hubiese divorciado o hubiese tomado tres esposas más, para tener un criadero de hijos. Pero, como era aquí y estaba en el bando del "oh, oh, te miro mal si intentas ser feliz, porque el matrimonio es un sacramento, si te equivocaste te jodes", tuvo que aguantarse con ella y conmigo.

Con mi madre, la relación se arregló rápido: se buscó (si es que alguna vez había dejado la fea costumbre) otras amantes con las que entretenerse y a ella la apoyó cuando quiso poner la primera tienda de moda elitista, en Madrid, así la tuvo entretenida.

La segunda tienda, eso hay que reconocérselo, se la ganó mi madre a pulso, con una buena gestión y sus propios beneficios. Lástima que eligió Bilbao para localizarla (aunque, como bilbaína, la aplaudo) y, claro, aquí ciertas marcas no se venden (o vendían) tan bien. O quizá debería decir "ciertos precios", de esos que Blanca Cueto diría que no son ni para ella ni para nadie normal. Yo añado que nadie que no haya nacido ya con ancestros ladrones y asesinos que hayan acumulado una buena riqueza, vamos, o roben a mansalva, o tengan una suerte bárbara.

Como mi madre se queja de ello en cada comida familiar, me consta que la tienda de aquí marcha a trancas barrancas. Pero sigue compensando pérdidas con la de Madrid. En todo caso, como no trabaja por necesidad, puede permitirse el juguete.

Conmigo, ambos tuvieron más problema, a la hora de ubicarme en sus vidas. De niña, se me podía dejar con la Tata y olvidarse de mí. Lo importante era que no molestase a los señores, sobre todo cuando había visitas. Mi madre decía que "a los niños hay que besarlos dormidos", por el aquel de no mimarlos, pero yo creo que, despierta o dormida, no me besó más que un par de veces, y fríamente. No sé.

De adolescente en adelante, la cosa fue peor, claro. Estropeé todos sus planes de compromisos y bodas con hijos de amigas y conocidos, algo que, por suerte, ya no me reprocha muy a menudo. Y ese gesto, el del retrato, es el que tengo de ella la noche que mi padre me echó de casa. No dijo nada. No me retuvo, no lloró, no pidió por mí. O hacía lo que decían, o no seguía con ellos.

¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!

Diantre, estaba escribiendo esta entrada, bastante aburrida (vale, sí, y desazonada), y me he puesto a navegar un poco por ahí. Simplemente, repasaba los blogs que suelo seguir, son muchos. Me he acordado de Brau, del blog Br-i-das de pinza, que tuvo un accidente hace nada, y el del blog Estatuas de ceniza, Hidalgocinis, le dijo algo rarísimo a su novia (que pasase esta noche a su lado, o se ahogaría en sangre, qué barbaridad, como para no hacerle caso, por si las moscas). He ido a ver si había más comentarios, si se sabía cómo andaba Brau, y me topo con un mensaje de Hidalgocinis referido a mí. ¡Y flipo con lo que parece leerse!

Copio y pego en su mayor parte. Puede verse entero aquí:
Anoche, en el duermevela de un despertar no deseado, con los ojos pegados todavía, me puse a escribir en la libreta un mensaje que creo que es para usted.
Escribí esto:

"no he matado ningún animal pero a mi corazón se trataba de mi familia me metieron en un tren mi familia a salvo de su poder no he matado ningún animal en un tren a parís en un tren a rusia en un tren a irlanda en un tren a la cárcel en un tren a la casa roja y húmeda de belfast en un autobús a mi amor pero sí he matado a mi corazón espero que esté bien espero que esté bien espero que mi hermano la cuide mucho".

Espero que le sirva a usted de ayuda en su llamado. He podido sentir su pena. No tenga pena.
Él está vivo y un día se encontraran, pero en mitad de un círculo de fuego.
Es que, no puede ser. Me debo estar confundiendo, ya estoy tan desesperada que leo lo que no leo. Pero tú desapareciste durante un viaje en que ibas de caza a los bosques de Navarra ("no he matado ningún animal"), lo de la familia, trenes, viajes... no sé. Siempre he sospechado que mi padre pudo tener algo que ver, aunque lo ha negado siempre y no sé... Pero lo de "espero que mi hermano la cuide mucho" me ha dejado perpleja. Podría referirse a Javier. Al fin y al cabo, es tu hermano pequeño...

He buscado "círculo de fuego" en wikimedia, y "anillo de fuego." Esto he encontrado, Nataranja creo que se llama, bailando en el círculo de fuego. O eso me ha parecido. Es... no sé, desasosegante. Y no tendrá que ver, pero ahí lo pongo, con enlace a la Wikimedia, que tiene licencia creative commons y no seré yo quien se atribuya la foto.

Además, buscar, mirar aquí y allá, me ha servido para tranquilizarme un poco. Respirar hondo, calibrar con perspectiva las cosas.

Hidalgocinis es alguien enfermo que ha dejado de tomarse la medicación. Dice cosas muy raras, en sus blogs y por ahí. Tengo que ser racional y recordar todo eso. Quizá, lo más seguro, es que haya disparado al aire en su locura y simplemente ha acertado en un par de detalles por pura casualidad.

Soy idiota. No creo en estas cosas, pero no puedo evitar sentirme... no sé, esperanzada con lo de "Él está vivo y un día se encontraran, pero en mitad de un círculo de fuego."

Ojalá, maldita sea, ojalá. He pensado en Quevedo...
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

martes, 19 de abril de 2011

Martes Reflexivos : En el nombre del padre

Hoy, Jon ha llevado a Beatriz al colegio, así que no he tenido excusa para presentarme en la cafetería. No me he movido de casa. Continuo sumida en un mar de dudas. Y tendría que llamar a mi madre, pero sigue sin apetecerme nada. Supongo que ha llegado el momento de explicar las razones de este rechazo.

Aquí os pongo un retrato de hombre. Obviamente, no es mi padre, a ver, no saquemos las cosas de quicio, pero se le parece mucho (por si alguien tiene mucho interés, este individuo fue Luis Felipe de Francia y no tuvo más remedio que pintarle Franz Xaver Winterhalter quien, seguro que de haber podido elegir, hubiese escogido un modelo menos sieso). Tiene ese mismo gesto y esa mirada de desagrado perpetuo, algo que sólo desaparece cuando te arrastras debidamente ante él, cumpliendo por completo sus deseos. O cuando le habla Beatriz, también es cierto. Con ella, es pura dulzura de abuelo. Sorpresas te da la vida. Claro que, a saber qué pasará si el día de mañana Beatriz decide hacerse ecologista o apuntarse a un partido de izquierdas.

Mi padre se llama Salvador Goyri. Es un individuo acostumbrado a ver el mundo desde una posición concreta. Por ello, percibe la gente como si tuviera distintos tamaños. Están los diminutos, los que apenas se ven y nada importan, los despreciables gusanitos que entretejen la alfombra sobre la que pisan los grandes; y están esos, los que de verdad cuentan, los que tienen su mismo tamaño o incluso algo más. Para ellos todo es amabilidad y respeto, reverencias continuas. Es importante encajar en el sistema, inclinarse lo debido ante los que ocupan puestos superiores, cuando se espera que los que están por debajo se arrastren ante ti. Es la línea de pensar de monárquicos y gentes afines a organizaciones caducas como la nobleza, adaptada de forma desconcertante a la política, donde la gente que te representa se da aires y se llama Excelencia, y te mira desde arriba mientras se le llena la boca de mentiras.

Vamos a dejarlo, aunque sigo en política. Y es que mi padre anda últimamente metiéndose mucho en ello, considerando si entrar en las listas de un partido, de derechas, por supuesto (ahora que el otro partido también de derechas pero aparentemente menos, ha caído en desgracia, tras gobernar desastrosamente), por no hablar de que la rama familiar de mi padre gozó de unas más que productivas buenas relaciones franquistas, en su época, de las que ya no se habla, que se negarían de hablarse, de las que no quedan pruebas porque todo se ha limpiado debidamente, pero cuyos efectos se siguen disfrutando. Qué mundo.

De ahí le vienen a esta disfuncional familia Goyri las dos fábricas y varios edificios en Bilbao, que tienen alquilados por pisos, el palacete de Neguri y las dos casas de Bilbao y Madrid, situadas en las mejores zonas. Mi padre hubiese querido que mi marido (no yo, claro, yo soy chica, qué gran decepción) se ocupara de los negocios, y hasta tuve la suerte de que me presentaran a varios jóvenes de buen pedigrí (para desdicha de mi padre, no podía obligarme a casarme con ninguno de ellos, los tiempos de los matrimonios impuestos pasaron), pero en eso se quedó también con las ganas.

Cómo te odiaba, por haberme enseñado que podía decir NO y seguir diciendo NO. A tener voluntad propia e imponerla en lo que me atañía.

Durante un tiempo, me pregunté si estaba detrás de todo. Bien sabe Dios que Salvador Goyri dispone de cualquier cosa menos de conciencia. Pero, no sé. O creo que no, o simplemente no puedo vivir pensando que sí. Vamos a dejarlo en que espero que no, con tantas fuerzas, tan intensamente, que hasta es posible que tenga razón.

Ahí sigue, Salvador Goyri, con su gesto seco y su frustración. Ahora intenta enredar a mi hijo en su tela de araña, olvidando que es el tuyo, olvidando incluso que intentó deshacerse de él. Quiere organizar el futuro de la familia, como reorganizó su pasado y como organiza su presente, día a día. Acomodar bienes, asegurar la descendencia y quién hereda qué y cómo, y todo eso.

Yo no cuento en el reparto, el rechazo es mutuo y sabe que no he aceptado nada desde el día en que me dijo que, o entregaba en adopción a mi hijo, o abortaba, o me iba de casa, con el cielo como techo y el frío y el hambre como únicas posesiones.

Me fui de casa y, a pensar de "La Reconciliación", todavía no he vuelto. Ni volveré.

lunes, 18 de abril de 2011

Lunes Tensos II : En el coche y más allá

Dudé. Jamás he sido infiel a Javier, como jamás te lo he sido a ti. Era una decisión muy fuerte. No sé cuántos de los que miráis ahora mismo este blog habéis hecho algo semejante, romper la confianza que te tiene la pareja y coquetear con el desastre. Sed sinceros.

Enrique no me metió prisa. Encendió un cigarrillo.

- Ya nadie fuma - le dije. Diez años me costó dejar de fumar, tiene delito la cosa. Sin contar el tiempo de los embarazos, claro. En esos nueve meses, no me fumé más que un cigarro al día. Qué tormento.

Me pregunto si tú lo habrás hecho, si habrás dejado eso, y los porros. Con lo que te gustaba el hashish, señor estudiante de Medicina...

- Me da igual lo que digan los demás - replicó Enrique - Pero puedo apagarlo, si quieres tú.

Me encogí de hombros. Una vez superé la adicción, siempre me ha dado igual que fumen a mi lado. Peor es lo que sueltan los tubos de escape. Pero ese detalle fue el que me empujó definitivamente a subir al coche y cerrar la puerta. Sonó rotundo, como una decisión irrevocable. Él no arrancó. Fumó tranquilamente, hasta apagar la colilla.

- Eso que me has contado, lo de aquel novio tuyo que desapareció, ¿es cierto? - preguntó de pronto, sorprendiéndome. Asentí - Bueno... han pasado muchos años, pero podría intentar localizarlo, si sigue vivo.

Noté cómo el corazón se me disparaba en el pecho; cómo bombeaba torrentes de sangre por mis venas, bulliciosa y brutal; cómo palpitaba en mis sienes, donde se mezclaban latidos y pensamientos hasta confundirse prácticamente por completo. Me pasa siempre, cuando surge una nueva esperanza. Luego se vuelve a morir, claro. Pero no puedo evitarlo.

Creo que le supliqué que lo intentase. Y le hablé del blog donde he hecho una apuesta, aunque eso sólo le ha causado risa. No cree que el tal Juanónimo consiga nada, aunque me ha agradecido la información, porque escribirá él para hacer alguna apuesta. Dijo que también le divierte el tema.

No sé, en pocos días, dos opciones de buscarte. Las casualidades se multiplican.

- ¿Y qué me darás si lo encuentro? - me preguntó entonces. Creo que me ruboricé. Odio eso.

- Lo que quieras - es algo que pensaba de corazón. Haría lo que fuera, daría lo que fuera, a quien consiguiese encontrarte, a quien te volviese a traer a mi lado. Reconozco que me había planteado qué pediría Juanónimo a cambio, por ahora no ha mencionado nada y no creo que sea tan... directo como Enrique Ugalde. Estaba tan enfadada conmigo misma por sentirme tan vulnerable y cortada que me forcé a meter un órdago: - Me acostaré contigo.

Eso sí que le hizo reír.

- Rebeca, cariño, no puedes plantear así las cosas. En serio. Estás muy bien, eres atractiva, tienes cierto... encanto. ¿Pero me estás diciendo que tengo que mover recursos y contactos, y probablemente gastar un montón de pasta, sólo con la esperanza de que, si tengo éxito, te metas en mi cama? - hizo una ligera pausa, para que todo aquel absurdo se aposentase en mi mente, supongo - No. Eso, lo harás antes. Puedo intentar buscarle, pero a cambio serás mi amante - vale, ya estaba dicho. Estaba empezando a marearme, cuando añadió: - Y quiero un extra, si lo encuentro.

- ¿Qué clase de extra?

- Un retrato tuyo, desnuda. Al óleo - me vio poner tal cara de horror que sonrió - Bueno, vale, seré amable. Te dejaré cubrirte con alguna cosilla. Una hoja de parra, un abanico... No, mejor, una serpiente. Símbolo de tentación. Por lo mucho que me has tentado estos días.

Dios, si antes estaba ruborizada, en ese momento debía estar roja como un tomate.

- No puedes estar hablando en serio.

- Preciosa, cuando me conozcas mejor sabrás que me tomo mis entretenimientos muy en serio. Y te aseguro que trataré de conseguirte esa información, te doy mi palabra, algo que también me tomo muy en serio. ¿Qué dices? ¿Tenemos trato? - apoyó una mano en mi rodilla. Tenía la palma cálida. Me hizo estremecer - ¿Vamos a mi casa?

Y, entonces, el desastre.

Aparté la mirada, reconcomida por un mar de dudas, y mis ojos se cruzaron con los de mi hijo Jon, que venía por la acera. Él me ha visto y me ha mirado, sorprendido; luego ha mirado a Enrique, y se ha percatado perfectamente de su mano en mi rodilla.

La verdad, no sé qué ha pasado en los segundos siguientes. Todo se mezcla en mis recuerdos. Sin más, de pronto estaba fuera, frente a mi hijo, que seguía con su expresión incrédula. Yo he querido decir algo, una chorrada del estilo "no es lo que parece", pero no me salía la voz.

- Hola, mamá - me ha dicho, y jamás se había parecido tanto a ti - Un profesor ha fallecido y se han suspendido el resto de las clases de hoy.

- Vaya... por Dios. Pobre hombre.

- Sí, bueno. Estaba un poco tarado. Dicen que se ha suicidado - no hizo caso de mi cara de mayor espanto. Miró de reojo el coche de Enrique - ¿Quién es ese?

- Nadie. Un amigo. No... - Enrique arrancó en ese momento, tocó el claxon como despedida, y se alejó - No tiene importancia - ha sido horrible. Jon me ha mirado con desprecio, es algo que no quiero volver a vivir. Pase lo que pase. Pensé que nada me importaba más que tú, pero no es cierto. Jon me importa más, mucho más. Es mí hijo, y es tu hijo. Es lo que surgió de lo que vivimos, lo que tuvimos, lo único que queda de todo aquello. Dios, se me llenaron los ojos de lágrimas. Empezó a andar hacia casa - Jon, espera... Deja que te explique.

- No. Me vas a mentir y no tengo ganas de oírte - de pronto, se detuvo y me señaló con un dedo: - Piénsate bien lo que haces porque, si me entero de que andas liada con alguien, te juro que se lo contaré a Javier y le apoyaré para marcharnos los tres, él, Beatriz y yo.

- Pero, ¿qué dices? ¡Yo soy tu madre!

- ¿Y qué? Él es el único padre que he conocido y no se merece eso. Ya tiene que soportar el hecho de que no le quieras, que vivas moviéndote a su alrededor sufriendo y suspirando, como si tuvieras que soportar su existencia. Que parezca que tampoco quieres a Beatriz. Eso, mamá, eso es lo peor. Para ti, no es ni tu hija, es... es como un quiste, o algo parecido, un premio que le diste a Javier para compensarle por ser bueno. O para sentirte menos culpable. ¿Quieres que te diga lo que pienso? Que, si mi padre hubiese seguido a tu lado, hoy no estarías ni la mitad de colgada de él de lo que estás ahora. No es que le quieras, es que te gusta ser la víctima en la puta obra de teatro que te tienes montada, te has acomodado al papel. Pero la vida es algo más que tú, tú y tú, mamá. Y estoy hasta los cojones de todo esto.

Y se ha ido sin esperarme.

Dijo algo así, claro, he puesto según recuerdo, a trazos generales, cogiendo frases por aquí y por allá. Qué fuerte. Y lo peor es que es posible que tenga razón. Excepto en lo de que no te querría tanto, si estuvieras aquí.

Vine, organizamos la comida, estuve un rato por casa, escribí la primera entrada del blog, aunque me sentía... lejana, no quería meterme en harina, no estaba en condiciones, por eso corté en el momento del coche. Además, si nadie iba a leerlo, para qué...

Vi un rato la tele. Javier tenía clases, y también Beatriz. Jon llamó a sus amigos y se marchó sin despedirse. Me quedé sola con Rosa María y no me apetecía nada agonizar en el sofá, así que salí y estuve un rato en el Parque de Amézola, aunque hasta el sol me resultaba extraño. Luego, he seguido dando vueltas y vueltas y vueltas y vueltas... y no sé qué hacer.

Al volver, había un par de peticiones en el blog para que contase lo ocurrido y he visto que tenía en el contestador varias llamadas de mi madre (siempre se me olvida el móvil, qué se le va a hacer). Ya la llamaré mañana. Igual es por lo del suicidio de ese médium, lo he leído en el blog de No-Faustino. Joder, qué tipo, ¿se tiraría de verdad? Igual lo quitó de en medio algún colega. A saber. Tampoco es algo que me importe en absoluto ahora mismo. Tengo demasiadas cosas mías en qué pensar.

Jon ha estado normal en la cena. Hasta me ha dado un beso en la cocina. Se sentía culpable por la explosión, claro. No he podido evitar echarme a llorar, aunque nadie más se ha enterado. No hemos hablado, pero creo que ambos estamos en un punto distinto. Hemos evolucionado de alguna manera. A saber cómo derivará todo.

Ahora, mientras todos duermen, he encontrado ese retrato. Tiene hasta serpiente. No me veo yo, posando para algo así. Ni siendo la amante de otro hombre que no seas tú.

Pero dice que tiene medios. Que podría encontrarte.

No sé qué hacer.

Lunes Tensos I : En la cafetería

Bueno, por si a alguien le importa la historia de mi vida, sí, he ido esta mañana a la cafetería de Agustín y, ciertamente, el ejecutivo estaba allí, tomándose su café.

Hoy había bastante gente. No sé si ser lunes influye en la ingesta de café, diría que sí. Por suerte, estaba todo dios arrimado a la barra, demasiado apurados por los horarios como para sentarse, y pude ocupar mi mesa de siempre.

Me había prometido mantenerme lo más calmada posible, pero debo admitir que en las distancias cortas soy un tanto torpe. Seguro que ya os habéis dado cuenta. Me pongo nerviosa, lo que me lleva a su vez a ponerme a la defensiva, y eso me convierte en alguien más huraño de lo habitual. Nada como conocerse a una misma, je. Esto de tener demasiado tiempo libre para psicoanalizarse es una mierda.

En un momento dado, Agustín ha ido a atender a otros clientes y el ejecutivo se ha acercado sin más ceremonias y se ha sentado conmigo. Al ver cómo le miraba, se ha echado a reír.

- Vamos, mujer. A estas alturas puede decirse que somos compañeros habituales de cafetería. Podría ser que hasta nos hiciéramos amigos, si olvidamos los comienzos y me disculpas. Soy Enrique, tú eres Rebeca - ha dicho, más o menos - El otro día me contaste muchas cosas. ¿Sigues buscando trabajo?

Ni a él ni a mí nos importaba ese tema, evidentemente. Pero sirvió para iniciar la conversación. Está claro que no necesito un sueldo para vivir, aunque debe ser maravilloso sentirse independiente, ganarse el dinero de forma directa. Pero, vamos, en ese aspecto Javier no es de esos babosos que mientras la mujer curra en casa (y curra de verdad, mucho más que yo y desde luego mucho más que él), se permite afirmar que es él quien trae el sueldo. En la puta calle los dejaba yo a esos, que se tengan que pagar la criada y la amante, y la niñera y la enfermera. Gentuza. Sobre todo los de otros tiempos, cuando encima impedían que las mujeres trabajasen fuera de casa porque eso los hacía sentir menos hombres.

No es mi caso. Y lo que busco es... no sé. Mi lugar en el mundo, sí.

Hace mucho, a tu lado, creí que lo conocía, que lo había alcanzado, pero desde que te fuiste sólo he estado dando tumbos de un lado a otro. Javier me dio un apoyo necesario, pero nunca querido.

Me siento tan mal a veces.

Supongo que Enrique se ha dado cuenta, porque me ha dejado hablar a lo largo de dos cafés. Y, no sé por qué, le he contado lo que ocurrió, contigo. Hace mucho que me prohibí hacerlo, pero en estos días lo he mencionado dos veces, con el bloguero de la apuesta y con Enrique Ugalde.

Se ha sorprendido mucho y no es de extrañar.

Luego me ha preguntado si tenía algo que hacer. Pensé: "Planchar, en casa", que no todo lo hace Rosa María, por supuesto. Pero no se lo iba a decir, quedaba cutre. He murmurado, en general, que andaba atareada, sí. Y me ha dicho que si podía posponer lo que fuese, podíamos pasar la mañana juntos. Que me lo pensara mientras me esperaba fuera, diez minutos. Luego, se marcharía. Sin rencores.

Se ha levantado y se ha ido y yo me he debatido en un mar de dudas. Qué iba a hacer, qué podía hacer, qué querría hacer...

Al cabo de unos minutos me he despedido de Agustín con un gesto (me ha parecido que me miraba raro, no sé, será la sensación de culpa) y he salido.

Enrique estaba junto a un coche. Me ha abierto la puerta.

Y...

Si le interesa a alguien lo que ha pasado a partir de aquí, quizá, quizá, lo cuente. Si no, para qué.

domingo, 17 de abril de 2011

Domingos aburridos II : Mediums en coma


Javier se ha dormido en el sofá, los críos están en sus habitaciones, igual que Rosa María, y yo me aburría soberanamente viendo la tele, así que he venido a escribir otra entrada.

Aunque no sé si merece la pena, la verdad. Aparte del absurdo impulso en el que he entrado en una apuesta a ver si te encuentra, con un tipo que hace apuestas en un blog, no tengo mucho más que contar. Ah, sí, que tenido una disputa con Blanca Cueto, una bloguera de cosas de moda que no se ha caído del guindo todavía. Esa ha sido mi emocionante tarde.

Después de cenar ocurrió algo más espectacular, eso sí: me ha llamado mi madre.

Ya de por sí, sería asombroso, pero el temita se las traía. No sé, la he encontrado rara. Supongo que se hace mayor y le pesan las culpas. Últimamente, anda mucho con historias del más allá. Quiere creer que hay algo, y que ese algo no es un infierno terrible en el que pagar por sus pecados. Eso pienso porque, si no, no tiene mayor sentido.

Hoy me ha llamado para hablar de su médium televisivo favorito, Santiago de Cos. Yo recuerdo haberle visto en la tele hace años, pero vamos, me hubiera olvidado por completo de su existencia de no ser porque mi madre es una de sus más fervorosas seguidoras, lo ve siempre cuando está en su casa de Madrid (tiene el programa en Madrid TV). Y, claro, como ya sabrá a estas alturas todo aquel que pueda estar leyendo esto, porque se ha repetido ad nauseam en programas rosa por la tarde y hasta en el telediario, le ha dado un telele hoy, en directo. A ella la ha llamado una amiga que lo estaba viendo, nada más suceder, sobre las cuatro y media de la tarde.

Qué desagradable. Por lo que parece, cuando un oyente le ha preguntado por su futuro (supongo que es una pregunta que ha oído miles de veces, como para darle un siroco por ello), el tipo ha empezado a balbucear y sudar y ponerse malísimo. Los de la tele han estado lentos, no han cortado la emisión, y se ha visto como al tío le daba un soponcio y caía redondo, gritando la palabra INFIERNO.

Toma ya. Imagino las caras de todos los crédulos que estaban mirando.

Según me ha contado mi madre, se lo han llevado para el Gregorio Marañón, donde ha ingresado en estado de coma. Su amiga tiene algún contacto en el hospital y tratará de informarla. Ya tienen entretenimiento para rato, si el hombre no se les muere y es de convalecencia lenta.

De momento, ni corta ni perezosa, la amiga de mi madre (que es viuda y siempre asegura que Cos la puso en contacto con su difunto y le es devota desde entonces) se ha presentado allí, tiene narices el tema. Aunque Santiago de Cos no tenía familia (creo que su amante o su mujer le abandonó hace años, cuando tuvo el lío con el fisco que hundió su carrera, pero igual lo confundo con otro... no en lo del fisco, que seguro, sino en lo del abandono), le han visitado varias personas cercanas: el productor del programa, el representante, colegas varios, como una tal Lucía Siempreviva, vidente también (jaja yo a esta no la conocía, cómo se han enfadado mi madre cuando me he reído a carcajadas por lo apropiado del nombre) . De esta me acuerdo más por el nombrecito y porque me ha llamado la atención que haya dicho (o eso ha entendido nuestra agente en el lugar de los hechos) que se iba a ocupar de los gastos de un posible traslado de médium comatoso a una clínica privada (con lo que cuesta eso), para poder estar "al tanto de todo" o algo así, la oyeron comentar al teléfono móvil.

Dice la amiga de mi madre que los que andaban por allí parecían más preocupados que apenados. No sé, igual es porque se les estropee lo del programa. El tipo había ido de mal en peor desde que, hace unos años, tuvo problemas fiscales, por evasor y esas cosas, creo recordar. Vamos, sé que tuvo los problemas y que eso acabó con su carrera fulgurante del momento, pero nunca me interesó lo bastante como para saber los detalles.

La amiga de mi madre estaba muy irritada, porque ni su título, ni su clase, ni el estruendo de sus joyas, han servido de nada. Ni la han dejado pasar ni han contestado a sus preguntas. Y eso es lo más curioso de todo, que, siendo unos sacaperras como lo son, no estuvieran al quite a ver si cazaban otra ilusa empaquetada como ella. Pero no, por lo que parece, toda esa gente se ha cerrado en banda y no han soltado palabra. Nadie ha podido acercarse, tampoco, a la habitación de Cos.

Con mi madre, claro, he discutido. De estos temas, no me creo de la media a la mitad (al menos, no cuando está encendida la luz, lo admito), pero ella insiste en que hoy mismamente ha visto, en esos programas rosas, cómo gentes del mundillo esotérico, y compañeros de profesión del listillo, aseguraban que es uno de los mejores videntes y espiritistas del mundo, bla bla bla.

¿Ah, sí? ¿Entonces, por qué no vio cómo Hacienda estaba a punto de descargarle un mazazo? No se si lo desprecio más por cantamañanas o por evasor de impuestos.

Perdón por mi falta de respeto a un hombre que está en coma, en una situación muy complicada, pero pienso que los médiums no respetan nada. Como muestra, la foto esa, de los primeros tiempos fotográficos del espiritismo. Cuanta gentuza, cuánto gusano pululando por este mundo, la verdad...

Bah, todo esto poco me importa demasiado. Le doy vueltas porque no quiero pensar en lo importante: mañana es lunes y quizá esté el ejecutivo en la cafetería...

Domingos aburridos I : Asaltantes misteriosos


Domingo aburrido como él solo, aunque he logrado disimularlo.

Buñuelos para desayunar, gracias a Rosa María. Luego, hemos jugado al Monopoly y mi hija de diez años ha demostrado haber heredado el hambre insaciable de su abuelo. Nos ha vapuleado a todos. Sobre la una, hemos salido a tomar un aperitivo mientras Rosa María terminaba la comida. Hace muy buen día. Javier quería entrar en la cafetería de Agustín, pero he logrado animarle a acercarnos hasta Pozas.

Más tarde, mientras ayudaba a la chica a recoger, ha ocurrido lo más interesante e intrigante del día. Tanto, que hasta me he tomado la molestia de buscarle foto adecuada y todo. No está mal, ¿verdad? Detalle del Das Attentat. Siglo XIX, por lo que parece el autor era del círculo de Charles Landseer. Fuera quien fuera ese. Me encanta la Wikimedia.

Le he mencionado lo de la planta de energía esa de su país y lo que está pasando, y le he preguntado si tenía alguien conocido metido en el tema. Que si por eso lloraba ayer, vamos. Me ha dicho que sí, que temía que su novio estuviese involucrado, pero ya está tranquila. Al parecer, le ha dicho gente de Perú, que nadie conoce a los asaltantes de la central energética. No creen que fueran peruanos siquiera. Parece ser que eran occidentales y tampoco se sabe en qué prisión exactamente los retienen. Que, a estas alturas, ya casi nadie piensa que pertenecieran a algún grupo izquierdista o ecologista. Rosa María opina que, quizá por ello, se están disolviendo las manifestaciones.

Qué cosa más rara. Se lo tengo que contar a Déborah, la ecologista, seguro que le interesa.

Ah, y tengo que acordarme de comprobar la factura telefónica. Apuesto a que tengo una llamada a Perú en el listado. Pero, no sé, supongo que por una vez podré pasarlo por alto, aunque sólo sea por lo intrigante del tema.

Sólo si no se ha tirado la hora entera del aperitivo colgada del teléfono, claro.

sábado, 16 de abril de 2011

Sábado de Empacho Semanal

Se me olvidaba que hoy es sábado y, claro, día familiar con comida en casa de mis padres. Desde hace años, desde "la Reconciliación", comemos todos en su casa una vez por semana. Y, una vez al mes, vienen ellos a cenar a la mía.

Qué infierno. Puede parecer que soy un monstruo, pero esta es la imagen más apropiada que he encontrado para mis padres. Javier insiste en que es bueno para los críos, y es verdad. Jon quiere a sus abuelos y Beatriz es el ojito derecho de mi padre, quién lo iba a decir, con lo seco y distante que fue siempre conmigo. Y mi madre... Bueno, en las pocas ocasiones en que hablamos, con tensión evidente, dice que eran otros tiempos, que quería educarme bien, pero ahora yo soy madre y sé que no, que así no se hacen las cosas.

Vale, no puedo, no voy a perdonarles nunca.

Sufro enormemente estas comidas, pero qué se le va a hacer, Jon y Beatriz las disfrutan y Javier las soporta con buen humor, pese a la costumbre de mi padre de llamarle Indiana. No considera útil la profesión de mi marido y le sorprende enormemente que pueda ganarse la vida con ello. Mal ganarse la vida, en su opinión, evidentemente; con el sueldo con el que vivimos nosotros cuatro (cinco, contando a Rosa María, la chica interna que tenemos), mis padres no tendrían ni para los caprichos de un mes.

Ahora andan a vueltas con lo de la carrera de Jon. Va a ir a la Universidad ya, qué mayor está, y quiere estudiar Medicina, como hiciste tú. Te juro que yo no le he alentado a ello, ha salido de él. Quizá le impulsara a ello algo con parte en el ADN y parte en lo que le hemos contado de ti, no sé. El caso es que quiere estudiar Medicina y ayudar al mundo, metiéndose en Médicos sin Fronteras y yendo donde más falta haga.

Idealista como tú, faltaría más.

Mi padre, por supuesto, rebufa cada vez que lo oye. Entendería la Medicina si fuera para ser un médico de postín, de cirugía estética y cobros astronómicos, pero no para ir a vacunar negritos por ahí, según sus propias palabras. Y, claro, cree que todo lo puede comprar.

Hoy le ha dicho a Jon que está haciendo gestiones con algunos amigos y que podría ir a una buena Universidad, en EEUU. Pero, que tiene que estudiar... yo que sé, ya ni me acuerdo el rollo que le ha soltado. Algo que le sirva para la gestión de sus negocios, es la idea. Que es el hombre de la casa y el día de mañana tendrá que sucederle y bla bla bla.

Pues en buen hueso ha ido a morder, si algo tiene mi hijo es que es tan testarudo como tú. Y quiere ser médico.

En fin, es testarudo, pero también diplomático. Le ha dicho a su abuelo que lo pensará y ha cambiado de tema. La verdad es que me siento muy orgullosa de él.

Luego, por la tarde, hemos dado una vuelta. Jon se ha ido con sus amigos y nosotros tres hemos cenado en un restaurante cercano al Parque de Doña Casilda, y hemos vuelto a casa. Yo estaba de un malhumor terrible, por lo de mis padres, por el ejecutivo que quizá me haya esperado inútilmente esta mañana aunque seguramente ni hubiese ido de tener la opción, y por ti.

Por la estúpida idea de que quizá te fueras, de verdad. Que me hayas abandonado.

Javier me conoce, en estos estados, y me ha dejado a mi aire.

Al llegar a casa he encontrado llorando a Rosa María. Me he preocupado un poco porque creo que entre Jon y ella hay alguna tontería y sólo me faltaría que se complicara la cosa convirtiéndome en abuela antes de tiempo, aunque yo jamás haría lo que hicieron mis padres. Pero, vamos, por lo que he podido entender, lloraba por algún familiar que tiene en su país, o algo así. La he dejado con Beatriz y Javier y me he encerrado en el dormitorio.

Luego, lo he entendido. Rosa María es peruana, y he visto en internet que ha habido manifestación allá por el tema de ese ataque a una central de energía. Me ha costado encontrar información, parece que sólo se menciona, sin apenas datos, en algunas páginas de grupos de extrema izquierda, ecologistas y tal. Por curiosidad, he preguntado en Twitter, donde conozco un par de peruanos (nos seguimos mutuamente) pero sólo uno ha contestado a mi mensaje privado y me ha dicho que ha habido una manifestación de simpatizantes, con ecologistas y gentes de izquierdas, en las cercanías de la central energética atacada. Que todo ha transcurrido sin mayores incidentes, vigilados por el ejército, y que los detenidos en el ataque están sometidos a leyes antiterroristas (el copón, ya me puedo imaginar), pero que nadie ha explicado nada más. Por lo que parece, la noticia se está controlando al máximo.

He pensado en ir a hablar con Rosa María, por consolarla si es que tiene algún amigo metido en esos líos, pero posiblemente ya se haya dormido. Mejor lo dejo para mañana.

Y yo también debería dormir. Que ha sido un sábado infernal y mañana será otro día.

viernes, 15 de abril de 2011

El Viernes A la Misma Hora

He buscado en mi amiga Wikimedia una imagen apropiada, pero nada. Esta es la que más se parecía. Cambiad el ambiente por una cafetería actual, y la costura de la chica por una agenda en la que escribir la lista de la compra (más que nada por simular estar ocupada en algo). El resto, se le parece bastante.

He ido a la misma hora, sí. Por muchas razones, la principal que no hubiese podido dejar de ir. Quería encontrármelo, vale, sí.

Le vi nada más entrar. Estaba apoyado en la barra, junto a Agustín, ambos en silencio, escuchando la radio. Por curiosidad, presté atención. Estaban dando la noticia esa del ataque a una central térmica que ha tenido lugar en Perú. Montón de muertos, creo que más de una docena entre ambos bandos, y varios detenidos. Decían por la radio que no se sabía quién estaba detrás, si la extrema izquierda o algún movimiento ecologista, o algo.

Luego he visto que la gente en Twitter comenta lo sospechosamente rápido que intervino el ejército. Y también he leído al respecto en otros foros, como en el de Arañando la Pizarra, muy recomendable, de una chica ecologista. Yo, que he estado apergaminada en una vida cómoda de anodina clase media, siento que hay algo muy raro en todo eso. O igual es que me ha despertado la vena paranoica.

No, paranoica no. El mundo está fatal y desde que entré en Twitter no me puedo seguir engañando. Ya no puedo negarlo y vivir cómodamente en mi burbuja. Ahí está el tema, también hoy, del reparto de millones de euros entre la directiva de Telefónica, mientras despiden a un montón de gente. ¿Cómo se puede permitir algo así? Es vergonzoso. Y se siente una impotente porque no es la primera vez que se hace ni será la última. Mientras no rompamos el bipartidismo, iremos de capa caída. Y cuando lo rompamos, a ver... A ver si nos dejan pasar de la Democracia Orgánica a la Democracia Real. Odio vivir en una mentira, pero no sé si podremos vivir en la verdad. Si nos dejarán, me explico.

Supongo que, todo esto, me ha hecho pensar en aquellos tiempos, cuando éramos jóvenes y aún estabas conmigo y hablabas de cambiar el mundo y de organizar un ejército de desamparados. Cuando me llamabas niña pija mientras me hacías el amor en el asiento trasero de tu viejo Ford Fiesta de segunda mano. Jaja, me convertiste en una auténtica revolucionaria... vale, no, nunca llegué a tanto, apenas era una cría rebelde. Pero algo hiciste. Si no, que se lo pregunten a mi padre, que jamás te ha perdonado.

La noticia terminó, y Agustín y el ejecutivo la comentaron con relativo interés. El ejecutivo parecía más entendido. Se planteaba de dónde habría sacado el gobierno el dinero para crear la planta hace ya tiempo, si los presupuestos se acaban de aprobar. La verdad es que es una pregunta curiosa.

Luego, cuchicheos, y Agustín tuvo algo urgente que hacer en la cocina.

A ese momento corresponde la imagen: el tipo mirándome y yo sabiendo que me miraba, sin mirar. Simulando hacer la lista de la compra. Patatas, berza, cebollas, un kilo de azúcar... No, mejor dos. Durante un momento sólo se oyeron las melodías publicitarias de la radio, bombardeando nuestras mentes.

- ¿Puedo sentarme contigo? - me preguntó de pronto. Claro, tuve que mirarle - Si no estás muy ocupada, pienso que es un buen momento para que hablemos.

- ¿Tenemos algo de lo que hablar? - vale, me odio. Me odiaba ya entonces. Me siento sosa y torpe, y a la defensiva. Odio al ejecutivo y odio a no-Faustino, que me hacen sentir estúpida porque no sé cómo reaccionar. Oigo las frases y busco una respuesta ingeniosa y nunca la tengo.

Aunque algo tendré, aunque sea a la vista, porque él se rió. Tenía una risa agradable.

- Sólo si quieres. Diría que, a nuestra edad, podemos saltarnos algunos pasos intermedios. Nos presentamos y decidimos. Yo soy Enrique, Enrique Ugalde. ¿Y tú?

- Te lo habrá dicho Agustín - repliqué, secamente. Sonrió, dejando claro que sí, que sabía perfectamente quién era yo, pero no le di opciones de responder. Joder, no sé, me puse tan nerviosa que me embalé. Le dije que estaba buscando trabajo y no tenía tiempo para tonterías. Que si tenía idea de algún posible empleo, me dijera y, si no, me dejara en paz y se fuera al cuerno. Que estoy casada, tengo hijos y todo eso. Mi perorata le hizo más gracia aún.

- La verdad, Rebeca, creo que andas bastante confusa. Si lo piensas bien, te darás cuenta que, lo que buscas, no es un empleo - debió verme algo en la cara, porque recogió su cartera - Deja, deja, si te animas a venir mañana, podemos volverlo a intentar. ¡Hasta mañana, Agustín! - añadió, más alto, en dirección a la cocina. Y se fue.

Y yo qué iba a hacer. No iba a salir detrás...

Luego, Agustín me dijo que mi café estaba pagado. No me atreví a preguntarle por él.

Creo que no voy a volver.

jueves, 14 de abril de 2011

El Jueves de las Bonitas Piernas


Hoy me ha pasado algo... diferente. No sé qué hacer al respecto. Qué tontería, igual tampoco puedo hacer nada. Lo que es seguro es que no debería hacer nada.

Esta mañana, tras dejar a Beatriz en el colegio, he pensado que mejor me tomaba algo en la cafetería cercana a mi casa, en vez de ir a buscar trabajo. Total, para qué dar vueltas sin sentido... Vale, lo sé, no puedo dejarme desalentar nada más empezar, pero tuve un momento oscuro, qué se le va a hacer. Estoy tan desesperada que hasta le he entrado a desconocidos, en blogs por ahí, preguntando por posibles trabajos. Te puedes imaginar el éxito. Lamentable. El último era un violinista-camarero llamado Andy, un individuo de Salamanca, pff, hasta allí voy a ir yo... En fin. Posiblemente, todo hubiera quedado en eso, en media hora escatimada al deber de seguir buscando, pero...

Agustín, el camarero, estaba hablando con un hombre. Yo no le había visto nunca, aunque es verdad que jamás voy a esa hora, tan temprano, así que perfectamente puede ser un cliente habitual. Lo parecía, porque estaba claro que se conocían bien, había entre ellos esa confianza nacida de muchas charlas previas, y el desconocido parecía simpático. Comentaban las noticias de la radio y reían con ganas.

Era... a qué negarlo, era bastante atractivo. A estas alturas lo planteo todo en base a reacciones químicas y vaya que las hubo. Me miró, le miré, y la gran fábrica de hormonas sufrió un pico notable. A él también le pasó algo así, las feromonas se captan en la distancia. Pero, claro, aparté la vista, elegí una mesa, y simulé ignorarle. Como debe hacer una mujer decente y todo eso.

Ahora pienso que quizá me provocó esa impresión porque se parecía mucho a ti, a como debes ser ahora, tras tantos años: alto, guapo, moreno, buena planta... Además, tenía pinta de próspero, más que próspero incluso, boyante, algo que siempre aumenta la libido, digan lo que digan. Un ejecutivo o algo así, supongo, no sé. Excelente traje, excelentes zapatos, cartera de piel, todo ello llevado con la desenvoltura con la que se visten los vaqueros. Qué bien, me encantan los ricos cercanos al populacho. Cuando llegué estaban comentando las noticias, como dije, pero luego, no soy tonta, supe que alguno de los cuchicheos se refería a mí.

Bueno, qué, soy una mujer de bandera, como decías, y me hago valer. Me acicalé el pelo, crucé las piernas con toda la sensualidad que pude, y me aseguré de que les llegara meridianamente clara la idea de que no estaban a la altura de semejante exquisitez. Hubiera tomado el café en mi mesa, me hubiese levantado y me hubiese ido, toda digna, sin mirar atrás y lamentándolo enormemente, jaja, pero, de pronto, me di cuenta de que el hombre estaba a mi lado.

Te lo juro, me ha sonreído y me ha dicho:

- Bonitas piernas. ¿A qué hora abren?

Me he quedado perpleja. La grosería no llegaba a grosería no sé por qué. Supongo que porque me gustaba a rabiar. Por el rabillo del ojo he captado la expresión preocupada de Agustín, que nos conoce a mí y a Javier desde hace mucho. ¿Le habría dicho a ese hombre que estoy casada? A saber. Si era así, poco le ha importado.

De haber tenido voz, le hubiese preguntado a ver en qué concurso televisivo había oído semejante frase pero, sinceramente, no me veía capaz de pronunciar nada. He descruzado las piernas, he alzado la nariz, he cogido mis cosas y me he marchado, muy digna, rogando interiormente por no troncharme con uno de mis tacones. Hubiera quedado ridículo. Llevo demasiado tacón, ya lo sé.

El caso es que me siento... no sé. Distinta, desde entonces.

Me pregunto si estará allí mañana.

miércoles, 13 de abril de 2011

Miércoles Sumergiéndonos en la Historia (Muy Antigua)

No sabía si volver a escribir, ayer me sobresaltaron un par de comentarios. Qué tontería, debí suponer que gritar por la ventana siempre puede hacer que alguien responda, aunque al mundo no le importe habitualmente qué hace el de al lado . Una tal Pilar Lacuesta ha comentado dándome el teléfono ese de La Esperanza o algo así, será posible...

Quizá no debí empezar esto pero ya me apetece seguirlo. Hasta me hace sentir mejor, me desahogo. Eso sí, leo mis entradas anteriores y me veo confusa y dispersa. A ver si consigo centrarme.

Al final, he podido escaquearme del asunto "Beatriz pega y muerde a los otros niños". Esta mañana, durante el desayuno, simulé sentirme mal, con algo de gripe, y ha sido Javier quien se ha ocupado. Ha ido hoy al colegio y luego me ha telefoneado para decirme que lo había solucionado sin mayor problema. Normal, entre profesores habrá quedado la cosa.

No sé si es prudente decirlo, pero supongo que si voy a contar mi vida no puedo andarme con miramientos cada dos por tres. Da igual: Javier estudió Historia y Teoría del Arte y da clases en la Universidad de Deusto. Le hubiera gustado estudiar exclusivamente egiptología, ¿recuerdas? Siempre lo decía. Y que se iría a alguna Universidad extranjera a hacer esa carrera que aquí no existe, para luego vivir una existencia aventurera en el desierto, emulando a sus héroes, a Howard Carter (este que sale en la imagen, descubriendo la tumba de Tutanjamon) o, mejor, aquel otro egiptólogo enorme y barbado que trabajó en un circo, no me acuerdo ahora de su nombre. Pero, supongo que nos cruzamos en su camino Jon y yo.

Por tu culpa...

No, no te culpo. Perdona, no sé por qué he puesto eso. Así han sido las cosas., sé que debo aceptarlo Es sólo que a veces... no sé, me cuesta respirar.

Además, todo tiene su lado bueno. Viviendo al lado de Javier, yo también aprendí algo del tema, ayudándole con su tesis sobre Historia del Arte y de la Arquitectura en el Mundo Antiguo (toma ya). Desde entonces, hasta he leído alguno de sus libros, la Historia antigua es un tema interesante. Quizá hubiese podido ir también a la Universidad, de haber sido las cosas de otro modo. Hubiera preferido ser su colega, antes que su esposa. Espero que jamás lo descubra.

No he conseguido trabajo. Está claro que no tengo ninguna habilidad económicamente rentable que no sea limpiar mierda, y a Javier le daría un síncope si me pongo, no sé, a hacer escaleras. Vale, es broma, ni limpiando tengo arte yo; además, con tanta extranjera, pagan muy poco. Y supongo que sería una indecencia quitarles ese miserable curro solo porque me aburro mortalmente.

Yo necesito sentirme útil o, mejor dicho, hacer algo con mi vida. Ellas necesitan comer.

martes, 12 de abril de 2011

Martes Para Cortarse las Venas


Vale, sí, lo he titulado así porque menudo día. Es la leche.

Toda la mañana dando vueltas a ver si consigo un trabajo (al parecer, la idea es que los españoles trabajemos de los 65 a los 67 años, no antes), llego a casa y me encuentro con el pastel de que Beatriz le ha pegado a un compañero. Como no me han encontrado a mí, ni a Javier, han terminado avisando a Jon. Y ahí estaba mi hijo mayor con la mejor expresión de mi padre, reprochándome sin palabras que no estuviera pendiente de ellos. Joder, incluso ha tenido que soltar que se ha perdido no sé qué clase importante. ¡Que tiene diecisiete años! A su edad, no había nada en clase que fuera importante.

A su edad yo estaba contigo, siempre contigo, sintiéndome viva...

He hecho la comida... Bueno, he ayudado a Rosa María, la chica peruana que tenemos en casa. Hemos recogido... vale, ella ha recogido prácticamente sola. He puesto la tele. Eso sí lo he hecho yo solita. Me he aburrido con los cotilleos hasta quedarme dormida. Lo de siempre.

No sé qué hacer con Beatriz. No para quieta, es rebelde y se empeña en sacarme de quicio. Mañana iré a hablar con su profesora. Espero que la cosa no sea demasiado grave. Supongo que no, si no, me hubiera dado cita para hoy mismo...

Hoy Bea me ha dicho que no la quiero. No he sabido qué contestar.

Claro que la quiero... No como a Jon, es distinto. No, no es distinto. Perdón, no quise decir eso. Suena horrible. Mis hijos son lo mejor que me ha pasado, antes y después de ti. O a pesar de ti.


Ayer, navegando, vi un blog curioso, en el que un individuo hablaba de la verdad y de su hija. No sé cuánto sabrá de la verdad, poco, por lo que parecía, pero me dio envidia la relación que tenía con su hija. Había cierta cercanía, cierta comunión (creo que la llamó mi princesa o algo así) a pesar de las manipulaciones y distancias que se intuían. O igual soy yo, que las veo. Que las siento.

Lo que siento por Jon es un reflejo de lo que sentía por ti. Es lo que me queda de ti. Por eso, ese amor está siempre a flor de piel, brama desesperadamente en mis venas. Beatriz... es hija de Javier. Y es más suya que mía, para ser justos. Yo no quería tener más hijos. Concebirla fue casi un deber y tenerla, un sacrificio. Pero la quiero. Es mi hija...

Jon me ha dejado caer que se acerca el cumpleaños de Javier. Me ha sentado como un tiro. Es verdad que muchas veces no me he acordado, pero ¿acaso es tan raro? Seguro que muchas mujeres olvidan el cumpleaños de sus maridos. No creo que sea para ponerse así. Y desde luego, no se me va a olvidar. Este año, no.

Lo he apuntado por ahí.

lunes, 11 de abril de 2011

Lunes, Conectando...

No sé si lo he hecho bien. No conozco mucho de blogs y tanteo a ciegas entre tanto widget, porque no quiero preguntar en casa. Mi marido, Javier, podría ayudarme, o mi hijo mayor, Jon, pero no quiero que ninguno de ellos sepa que he creado este sitio.

Ni siquiera sé bien por qué o para qué lo pongo. Ha sido un impulso absurdo. Porque todo el mundo lo hace, supongo, todo dios tiene ya un blog para comentar cualquier cosa, la mínima tontería. Internet es un océano profundo al que lanzas botellitas con mensajes. Aquí todos opinan y pocos escuchan. El oleaje es inmenso.

Pero, a veces, la botella llega a su destino. O esa esperanza queda.

Yo no es que tenga mucho que decir, la verdad, excepto a alguien que quizá jamás me lea. Mi vida, que no es la que hubiese debido ser, en sí resulta bastante anodina. No puedo quejarme, me consta. Mi marido me quiere y tiene un trabajo fijo en estos tiempos que corren, puedo enfrentarme a la ávida hipoteca del Banco. Mis hijos están sanos, puedo mantener a raya a mis padres, que no es poco...

Pero no es la vida que hubiera debido ser. Me muevo en una especie de sucedáneo, como un denso chocolate oscuro, que no engorda, pero tampoco satisface. En casa no puedo decirlo, claro. Y sé que no debería hacerlo tampoco aquí, menos que en ningún sitio, que Internet es un lugar siempre público, que podrían llegar a enterarse...

Pero... quizá me leas. ¿Podría ser? ¿Cómo perder esta ocasión?

Soy yo, Rebeca. ¿Me lees? Estoy en Internet.

Sigo aquí, a pesar de todo.